Capitulo diez.

105 18 38
                                    

PILLY

Repentinamente se encontró flotando en medio de una densa oscuridad ¿Dónde estaba?¿qué había sucedido? Sintió el tacto tibio de dos manos sosteniendo las suyas. Se volteó y vio a Uriel apretando su mano izquierda y viendo con extrañeza todo a su alrededor. Luego llevó sus ojos hacia el frente y lo vio a él. Respiraba con dificultad, mientras, asido a su mano derecha la observaba escudriñando su reacción. Pilly soltó a Uriel y se abalanzó sobre Hariel con desesperación.
—Oh Hariel eras tú... No te recordaba, ni quien era—le dijo mientras lo abrazaba con fuerza— ¿Dónde nos encontrábamos? ¿Qué fue todo aquello?
Ella sintió como sus fuertes brazos le rodeaban la cintura acercándola más a su cuerpo. Luego besó su coronilla, su cabeza aún estaba apoyada en su desnudo pecho. —Estabas con Uriel en un plano en el tiempo fabricado por Jayán, o eso creo. Pilly, temí tanto que no salieras o que el desfase temporal te dañara, pero ¿estás bien no es verdad? Pilly musitó un sí que se mezcló con una leve sonrisa y después recibió más besos: en la frente, en los parpados, en la boca, en cada mejilla. Hariel no parecía poder detenerse en su ansiosa demostración de amor. Había temido perderla, había sufrido en carne viva su separación.
—Besé a una mujer. La desconcertada afirmación de Uriel hizo que los dos voltearan a verlo.
— ¿Te encuentras bien? Uriel hizo un gesto con sus brazos, alzándolos para luego dejarlos caer que respondió su pregunta muy bien.
—Pilly, te besé ¡Cielos santos! Lumiel se va a enojar conmigo. Aquella salida la hizo reír. —Pues explícale que éramos nosotros, pero sin serlo. O no le cuentes nada y ya. No creo que sea necesario—le aconsejó ella.
Hariel sonreía mientras negaba con la cabeza.
—Omitir es casi tan hiriente como mentir—respondió Uriel con absoluta seriedad. Luego suspiro derrotado—Y... ¿Dónde estamos —En una fisura temporaria—le contestó Hariel—Una de la que tenemos que salir de algún modo. Será más fácil ahora que estamos todos juntos. Los tres se quedaron callados y pensativos por un momento. Hariel seguía desnudo y eso no contribuía a la concentración de Pilly.
— ¿Crees poder enviar un mensaje desde esta distancia?—le preguntó Hariel a Uriel. —Puedo intentarlo. Uriel cerró los ojos para concentrarse. La distancia era larga y seguramente la fisura distorsionaba la señal Mientras su amigo seguía en esto Pilly observó las múltiples heridas que cubrían el cuerpo de Hariel; parecían pequeños latigazos hechos con crueldad. Pilly se abocó a la tarea de limpiar sus heridas con un retazo de tela de su camisón. Lo hizo con cuidado y delicadeza pero aun así lo vio apretar los dientes, eran profundas y estaban abiertas.
— ¿Cómo es posible que no solo olvidara todo sino que también recordara otra vida? Ni siquiera podía ver ni sentir mis alas, ¿o acaso Jayán me las quitó? Estaba muy confundida. La realidad de aquella otra vida seguía muy marcada en su mente.
—No te las quitó Pilly, solo deformó tu percepción. Hizo que vieras y sintieras lo que él quería dentro de el mundo que él creó. Una solida ilusión hecha por un ser muy poderoso.
—Entonces ninguno de ellos era real—murmuró Pilly—Me había encariñado con Nora y Marianne, que eran mi nana y mi prima. Se siente extraño saber que solo existieron en nuestras mentes. Al decir eso último se giró hacia Uriel, seguía en el intento de comunicarse con el exterior. Parecía decidido a dejar aquella experiencia atrás. Un beso debió ser demasiado para su santidad.
—Entonces, Jayàn nos traicionó, y Luzbell también. Lo primero me sorprende pero a decir verdad lo otro lo veía venir. Debí estar más atenta—se reprochó.
—Debimos—dijo Hariel y luego depositó un beso en su palma—Todo este tiempo como mortales... Nuestra intuición deber estar oxidada. Y Uriel, bueno, es Uriel.
Se rieron hasta que Hariel se detuvo abruptamente para mirarla con un gesto extrañado.
— ¿Se besaron?
Su tono infantilmente celoso la hizo reír.
—Era mi prometido, fue algo natural.
Hariel encogió los hombros. Despacio fue acercando su rostro al de ella. Su aliento se sintió tibio y cosquilleante en su piel.
—Y, ¿te gustaron más sus besos que los míos?
—Tonto— susurró Pilly—Claro que no. Te amo más allá de la razón. Me embarqué en la locura de seguirte ciegamente después de haberte visto solo un par de veces... Ya no podré burlarme más de Ziloe.
Un brillo divertido destelló en los ojos de Hariel.
—Pero...—
¿Pero?—le preguntó Hariel elevando una ceja. Pilly se río por dentro.
—Tuvimos algo de química, así que si tú y Lumiel vuelven a sus viejas andanzas... quién sabe.
Quitarlo de su enfado le costó a Pìlly una larga media hora. Es difícil que tomen en serio tus disculpas cuando te sigues riendo.—Entonces era un demonio del infierno que anhelaba tu alma y tu castidad.
—Si—le respondió a su esposo—Eso era lo que me dictaba mi conocimiento del mundo en el siglo XIX.
—Tu alma podría ser Pilly—se escuchó de fondo la voz de Uriel—, pero tu castidad... Ese tren ya partió hace un tiempo.
Pilly se giró para mirarlo con enfado; entrecerrando los ojos, él solo sonrió en respuesta.
—Ya envié el mensaje—anunció Uriel al llegar adonde ellos estaban—Ahora te curaré... ¡Cielos, Hariel! ¿Por qué estas desnudo? No importa, te sanaré y volveré a darte un traje nuevo. Aparte de eso... solo nos queda esperar.
Y como él bien dijo solo se limitaron a esperar; una espera incierta, en una zona donde el tiempo no corría.

LUZBELL

Jayán y Luzbell llegaron a Urano sin contratiempos. El planeta de un apagado color cían los recibió con un abrazo gélido.— ¡Demonios! Hace mucho frió aquí—se quejó Luzbell sintiendo en carne propia lo extremo del clima. Jayán al oírlo hizo aparecer sobre sus hombros una gruesa capa de piel que lo cubría por completo.
—Gracias—musitó con una falsa sonrisa. Luego siguieron descendiendo.
Dentro, el panorama dejaba ver una extensa llanura cubierta de hielo por donde se mirara. Una ventisca ligera azotaba en círculos toda su extensión. Los hogares de los habitantes eran pequeños iglús que daban a conocer por su tamaño el diámetro de ellos. El centinela avanzó entre las pequeñas casas seguido de cerca por Luzbell. Se detuvo en una diferente al resto, más grande y alta. —Sal fuera, Conocedor—bramó y su voz se confundió con el sonido del viento.Luzbell frunció el ceño, no creía que esa sería la forma adecuada de convocar a un ser milenario. Unos instantes de silencio, y luego la puerta, de un material similar a la madera, se abrió lentamente con un crujido molesto.Lo que vio no fue lo que Luzbell esperaba.En los Cielos los conocedores solían sentarse cerca del Padre, él los había visto en más de una ocasión. Todos eran distintos tanto en su forma física como en su carácter. Así que ver a este, al que vagamente recordaba llamaban Dennis, de apariencia juvenil, despeinados cabellos rubios cubiertos por una gorra, una barba incipiente e inquietos ojos café que iban de uno a otro, se sorprendió. Se veía como un hippie vagabundo.
—Sabía que me encontrarías en algún momento. No hace falta que te pregunte qué quieres. Solo necesito saber porque crees que voy a dártelo—murmuró Dennis. Su voz tenía una tonalidad hipnótica y un acento marcado.
—Porque no tienes opciones si quieres vivir—le respondió Jayán sin mudar su actitud desafiante.
—Amenazas, ¿Eso traes Centinela? ¿Crees que temo morir? ¿O a alguna de las torturas que de seguro me tienes programadas?—preguntó el Conocedor.
—Deberías. Todos se creen fuertes hasta que el verdadero dolor los alcanza.
—Mas amenazas—dijo y luego su mirada se clavó en Luzbell— ¿Y a quién traes contigo si puedo saber?... Oh claro, al traidor y mentiroso arcángel del Padre. Oí que habías muerto Luzbell. En algunos sitios hubo festejos.
La sonrisa ladina de Luzbell se ensanchó.
—Lo hice. Morí. Pero el Padre me resucitó para enseñarme alguna clase de lección. Parece que el anciano aun cree que puedo cambiar, ¿no te parece enternecedor?
—Deberías haber honrado su misericordia y su fe esta vez—respondió Dennis después de bufar— ¿Realmente crees que alguno de estos infieles lo va a lograr? ¿Qué controlara el Universo? Jayán no puede siquiera controlar la lujuria que le provocas, y Ciclio nunca supo siquiera gobernar su carácter envidioso de poder ajeno. Los tres son una vergüenza para el que los creó.Jayàn se movió unos pasos hacia Dennis.
—Si ya te cansaste de parlotear, dime que harás. ¿Me enseñaras a controlar su poder o dejaras que tu vida se extinga en mis manos?
—Que repetitivo eres Jayán. Yo no lucho, tampoco entrego ni resisto. Soy solo un instrumento del destino y como tal dejo que él me use conforme sea su parecer.
Después de decir esto Dennis rebuscó en un bolso pequeño que tenia cruzado sobre un sacón deshilachado. De allí saco una bolsa rígida de cuero. Volcó su contenido en su mano derecha.Unas pequeñas piedras preciosas brillaron en medio de aquella blancura. Diminutas, parecían tener un centro líquido.
—Lo que las piedras me dicten, haré.
Dennis se acuclilló en el grueso hielo. Respiró profundo antes de soltar las gemas sobre aquella superficie.
—Topacio junto a Zafiro. Diamante sobre rubí. Ónice, Esmeralda, Ágata y Cuarzo en un semicírculo.
— ¿Qué demonios significa eso?—gruño Jayán con su acostumbrada impaciencia.
—Significa—dijo el Conocedor incorporándose con lentitud—Que te daré la información que buscas. Pero te advierto, que según tus acciones puede traerte una gran recompensa o tu completa destrucción.
—Tus balbuceos de niñita no me asustan—dijo el centinela—Eso se verá al final.
—Muy bien, entren a mi humilde morada—los invitó con un gesto de su mano. Jayan entró con rapidez. Luzbell lo seguía pero antes de poder cruzar la puerta sintió la mano de Dennis sobre uno de sus hombros.—Sé lo que harás, Lucero. Sé que te duele y porqué. En el momento decisivo sigue a tu corazón. Ese es mi consejo. Pues será el amor y no el odio el que selle tu destino final.
Luzbell solo lo oyó sin comprender la magnitud de sus palabras o su veracidad. Pero al evocar esa temida palabra solo hubo un rostro que pudo visualizar.

PILLY

Sin forma de conocer el tiempo de espera los tres se entretenían mirando las imágenes que destellaban en la oscuridad. Cuando de pronto un hueco se abrió en medio de la nada y la figura del más poderoso de los arcángeles se abrió paso a través de él. Al reconocerlo Uriel sonrío.
— ¡Miguel!

Mercenarios.Where stories live. Discover now