Capítulo Diecinueve.

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Una enorme mansión fabricada en tanzanita azul,con un sinfín de habitaciones y rodeada por un manantial de lava hirviendo era el hogar del Centinela.

-¿Que te parece primor?-le susurro Jayán al oído al entrar por la puerta dorada.

-Mejor...mucho mejor...no como la choza donde me tenias en Saturno-le respondio el antes Caido volteandose para mirarlo-Debo reconocerlo Jayán te estas esforzando mucho...y como todo esfuerzo...este tendrá una recompensa-.

Su amante sonrió al evocar en su mente imágenes de lo que para él significaba recompensa.

-Te quiero ahora...Desvístete-le ordenó en tono suave.

-No-susurro Luzbell muy cerca de su boca-Iremos despacio...Tenemos cierto tiempo antes de que llegue Ciclio y los estúpidos arcángeles-.

-Pero yo deseo...-insistía el centinela,pero con uno de sus delgados y blancos dedos en su boca el de ojos celestes lo callo.

-Se bien lo que deseas...dejame dártelo muy despacio-.

El otro volvió a sonreír complacido y se sentó en el amplio sillón de cuero,mientras Luzbell iba a el cuarto.

Poco después este volvió y dejó con solo mirarlo,temblando de excitación a su amante.

-¿Que tal me veo?...¡¿Te gusta?-le dijo presentándose delante de el solo con una túnica transparente que lo cubría hasta la mitad de los muslos.

Se había perfumado y cubierto sus brazos de unas tintineantes cadenas que tomó del palacio de Erasmos.

-Eres la perfección encarnada...Casi duele verte-susurro Jayán con una mirada deseosa.

-Lo soy...Y te pertenezco....Sabes Centinela...Aparte de tener talento para cantar,tambien lo tengo en la danza...¿Te gustaría que bailara para ti?-le pregunto seductoramente.

El centinela asintió,pues tenia la garganta seca ante la visión exquisita que era aquel ángel frente a el.

Y así comenzó.Las caderas de el ángel de alas tornasoladas empezaron a ondearse sensualmente, mientras sus hipnotizantes movimientos eran acompañados por el tintineo de las cadenillas de plata.Sus manos siguieron el erótico balanceo de su cuerpo recorriendolo en forma voluptuosa,sacándole suspiros lujuriosos al enorme hombre que lo admiraba.

En un momento cerró los ojos perdiéndose en la melodía que sonaba en su interior,en esos acordes inexistentes al oído pero muy reales dentro de el.

Luzbell era la melodía y esta sonaba en cada centímetro de su piel...se ondulaba en cada uno de sus níveos cabellos y se perdía en la profundidad de sus ojos celestes.Una melodía sublime,pero mortal.

Al terminar,sonrió ladinamente y observó a su amante que lo veía estupefacto y placenteramente azorado.

-La primera vez que te vi...Pensé en quién podría ser tan afortunado como para poseer a una estrella...Nunca pensé que yo sería el dueño,superas todas mis expectativas-le dijo Jayán embebido en el frenesí que el insinuante baile le dejó.

Luzbell sonrio y camino muy despacio hasta el,sin dejar de mirarlo.Al llegar,jalo de su tunica y se la saco suavemente,mientras su admirador se perdia en la absoluta belleza de su cuerpo desnudo.

-Sabes algo Centinela...Nuestra visita a Urano me dejó un inolvidable recuerdo-dijo mientras se sentaba sobre el regazo ajeno-Luche con una voraz antes de partir, y ella me obsequió gentilmente uno de sus tantos talentos-.

Al decir esto Jayán sintió como se inmovilizaba su cuerpo por completo,y miró con ojos interrogantes al que presumía era el autor de ello.

-¿Que me hiciste...?-articulo.

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