Capítulo Veintiuno.

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Llegamos a la Mansión de Jayán sigilosamente.Tuvimos suerte en que su impresionante hogar fuera conocido por casi todos los habitantes de Mercurio.

Uriel nos hizo una señal,y entramos por la pesada puerta dorada que se encontraba entreabierta.

Presentí que algo andaba mal en esa engañosa calma,y en la absoluta soledad que tenía dentro esa casa.Mire a Hariel por un minuto y note en su ceño fruncido el mismo presentimiento.

Al llegar a la sala,notamos un sillón cubierto de sangre...empapado en ella,y la cabeza de Jayán en una de las esquinas... eso nos puso en alerta.Mire una vez más alrededor y di un paso hacia adelante,pero no...no lo di...mi cuepo parecio no recibir esa orden,y segundos después me di cuenta, que ninguna otra después de esa.

Por el rabillo del ojo,noté a los demás ,igual de inmóviles.

-¡Demonios!...No otra vez-dijo mi esposo y comprendí que alguien con los mismos poderes que Aleysi nos tenía paralizados.

-Bienvenidos a mi humilde hogar-escuche esa maldita voz y poco después lo vi avanzar hacia nosotros con su malvada sonrisa-Bueno quizás no tan humilde,ni tan mío...Pero aún así,bienvenidos-.

Lo observe con enojo¿Cómo podía ese malnacido estar siempre un paso delante nuestro?.

Lo siguiente que vi,fue acercarse hasta llegar a su lado,a un jovencito rubio con una penetrante mirada.

-Los Arcangeles del Padre...Es un placer verlos de cerca...Realmente son criaturas extraordinarias-nos dijo el acompañante de Luzbell-Dejenme presentarme mi nombre es Ciclio-.

Lo mire extrañada, él no era lo que me esperaba,y creo que los demás opinaban lo mismo.

-Arrepientete de tu traición...El Padre es misericordioso...Devuelve lo robado y entrégate-escuche que le dijo Uriel seriamente.

-Lo siento, pero la respuesta es no...Sus cadenas ya no me enlazaran...Soy libre ahora,y procurare seguir siendolo-le respondio el Centinela.

Luego de decir esto,Ciclio camino hasta nosotros y nos observó con sus intensos ojos grises uno por uno.Luego de su inspección visual se acercó a Hariel que estaba al lado mio.

-Tan valiente,fuerte y decidido...La perfecta mezcla entre Arcangel y Caído...Me agradas Hariel...y aparte ese amor...¡Por todo los cielos!¡ Cuanto la amas!-le dijo mientras lo miraba y luego me miró por un momento-¿Acaso lo sabes tú?...¿Sabes que eres todo para  él?--.

Trague saliva.Lo sabia...Por eso mi dolor era tan profundo.

Luego caminó un par de pasos hacia mi.

-Impetuosa,arriesgada y pasional...También me gustas Pilly...Es una pena que estés tan ciega...El dolor nubló tu vista...de no ser por eso verías lo evidente en forma muy clara-susurro él muy cerca de mi rostro.

Algo en sus palabras me pareció como un mensaje escondido y certero...¿Ciega?...¿Que es lo que no estaba viendo?.

Lo vi caminar hacia Miguel esta vez y escudriñarlo con la mirada también.

-No me agradas tanto Miguel...El Gran Arcángel del Padre...El Primero entre sus hermanos...Tanto poder y no puedes siquiera atreverte a pelear por lo que quieres-le dijo y luego miró a Luzbell con una sonrisa-¡Así que fueron amantes!...¿Donde rayos miraba yo ese día que me perdi de tan vil acontecimiento?.

Luzbell sonrio tambien y se acercó a ellos con paso felino,mientras los demás aun estábamos incrédulos por la increíble revelación.

-Oh vamos Ciclio, no debiste decirlo en voz alta...a mi dulce angel ese hecho le avergüenza tremendamente-siseo el de ojos celestes y luego tomó la mandíbula de Miguel para que lo mirara-¿No es asi mi amor?...Tantos milenios guardando el secreto....¿Que pensaran ahora de ti los demás ángeles?...¿Que tomaste muy en serio la frase,si no puedes con tu enemigo únete a él?

Miguel resopló con enojo y solo le contesto.

-¿Tú que sabes sobre mi?...Me hiciste caer en deshonra y seguiste entre los tuyos en el exilio...Pero yo volvi,yo tuve que confesar mi pecado al Padre y recibir el castigo.No tienes la menor idea de quien soy Luzbell,nunca la has tenido-.

Un silencio solo cortado por las dos respiraciones agitadas de ellos dos siguió a eso.

Luego Ciclio se acercó a Uriel quien había palidecido y mucho, antes las confesiones anteriores.

-Uriel...El Ángel, diría yo...Puro,inocente,bondadoso,altruista...Una creación perfecta del Padre...Es una pena que tan pocos le salieran asi...¿Como te has mantenido en santidad por eras?...Eres asombroso...Pero todo tiene un principio, y un final...y tu virtuosidad conocerá el suyo-le dijo mirándolo con admiración.

Luego el Centinela observó a Luzbell que aun miraba con enojo a Miguel y le dio una sola orden.

-Enmudécelos-.

Al instante sentí un ardor correr por mi garganta y entendí que él lo había hecho.

Luzbell hizo después un movimiento con su mano y Uriel se elevó siguiendolos, mientras luego de una última mirada los dos salieron con él por la puerta.

Maldije por dentro....¿Cuánto nos duraría el efecto?...¿Porque que se llevaban a Uriel?¿Y para que?

Preguntas sin respuestas,ni manera alguna de pronunciarlas.




Finn observaba por la ventana de la habitación del hostal,y cada cierto tiempo a las dos mujeres a las cuales tenía que cuidar.

-¿Y...como va todo con Ziloe?...Parecen muy felices-le preguntó Ana,sacándolo de su ensimismamiento.

El joven de cabello platinado la miró con simpatía antes de darle una respuesta.

-Si...Lo somos-respondio el escuetamente.

-Pero...-lo instó Ana al ver que su respuesta fue dubitativa.

-Extraño ser quien era,solo eso...Amo a Ziloe, muchísimo y no dudaría en tomar la misma decisión en cien vidas distintas...Pero...añoro mis alas,las misiones...mi antigua vida-.

-Es entendible...Naciste siendo un ángel...Ser humano debe ser algo nuevo...Pero sé que lo superaras...Ese brillo en tu mirada cuando pronuncias su nombre me lo confirma-sentenció la joven castaña muy segura.

-Si...Todo vale la pena por el hecho de tenerla a mi lado...yo...-decía cuando un grito agudo interrumpió su conversación.

Los dos miraron en dirección al origen.Era la joven voraz,quien se había doblado por el dolor que al parecer sentía,y se que quejaba de él sonoramente.

-Aleysi...¿Te encuentras bien?-le preguntó Ana acercándose a ella,aunque con cierto recelo.

-Me duele el vientre...es el bebé...Me duele mucho-le respondió ella apretando los dientes-.

Dejando de lado la precaución,Ana la rodeo con sus brazos,a lo cual la joven respondió enderezandose con dificultad.

-Duele...duele-solo repetía.

Ana miró a Finn con preocupación,y luego de nuevo a ella,y al hacerlo noto algo que la conmocionó aún más,contrastando con sus piernas blancas,la rojiza estela de sangre que brotaba de su interior.

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