✨Capitulo Siete✨

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Me siento peligrosamente mareada y definitivamente no estoy feliz por eso. Así que saco mi iPod y mis auriculares de la pequeña bolsa de viaje que llevo y la ubico en mi regazo. Él los mira fijamente, luego arrebata mi iPod, conecta sus auriculares y empieza a ir a través de mi música, entregándome la suya. Busco a través de su selección, y aborrezco absolutamente todas sus canciones. Él está en el rock puro, dejo caer mis auriculares y agarro mi iPod de nuevo.

—¿Quién puede relajarse con eso?

—¿Quién quiere relajarse?

—Yo quiero.

—Toma —el me alcanza su iPod otra vez—. Debo tener algo de música suave para ti. Escucha una de las mías y yo escucharé una de las tuyas.

Está seleccionando una canción de su propio aparato, así que yo busco una que me guste en el mío, y elijo una de poder femenino llamada “Love Song” de Sara Bareiles, que es básicamente esta chica diciéndole al chico que no está obteniendo uno. La reproduzco para él.

Mi amor por las canciones del poder femenino es casi legendario. Viejo y nuevo. Es todo lo que mis amigas y yo escuchamos. Incluso Kyle las canta.

Así que luego me pongo mis auriculares para ver cual eligió él para mí, y algo pasa con mi cuerpo cuando escucho las primeras palabras de la canción, Y me doy por vencido a tocarte para siempre… la canción “Iris” de Goo Goo Doll.

Y me doy por vencido para siempre tocarte…
Porque sé que de alguna forma me sientes…
Eres lo más cercano que he estado al cielo y no quiero irme a casa justo ahora…

Agacho la cabeza para que no se dé cuenta que me estoy sonrojando y casi tengo que obligarme a no pausarla porque se siente insoportablemente íntima. Escuchar esta canción.

La que el extrañamente eligió para que escuche.

Pero no me animé a pausarla. Incluso cuando se inclinó hacia adelante para ver mi expresión. Su rodilla cepilla la mía, y el punto de contacto arde a través de mí como la canción sigue derramándose en mi oído.

Y no quiero que el mundo me vea, dice, pero quiero que tu sepas quien soy…

Creo que ni siquiera estoy respirando, ni siquiera sé si puedo.

Él también está escuchando mi canción, y sus ojos están tan cerca de los míos cuando miro hacia él, puedo contar cada una de sus pestañas puntiagudas. Sus labios se retuercen con humor, y sacude su cabeza con lo que creo es una risita. Una risita. Obviamente no puedo oír porque estoy escuchando el final de “Iris”, la cual escuché por primera vez en la película City Of Angels y la cual también me hizo llorar, como, por días. Un chico se rinde, literalmente, para siempre a estar con la chica de la cual se enamoró, y algo trágico pasa—como en una película de Nicholas Sparks.

Cuando el silencio le sigue al final, lentamente me saco los auriculares y le devuelvo su iPod.

—Ni siquiera sabía que tenías canciones lentas ahí—murmuro, totalmente comprometida en una nueva conversación con mi propio iPod, mientras me lo devuelve.

Su voz es baja e intima. —Tengo veinte mil canciones, todo está allí.

—¡No!—digo automáticamente sin creerle mientras me vuelvo a verificar, y es verdad. Mel piensa que es la mierda porque tiene diez mil, y voy a tener que decirle que ciertamente no lo es.

ERES MÍA ¡La Obsesión Del Boxeador! (Adaptada)Where stories live. Discover now