Enero 24 - Día 8

3.5K 452 94
                                    


Otra vida que se ha echado a perder,
otra luz perdida de tu cara,
es complicado.


¿Se ha acabado o los pájaros todavía cantan por ti?
Flota, como las hojas de otoño.
Y calla ahora; cierra los ojos antes de dormir.

Estás muy lejos.

(Ed Sheeran - Autumn Leaves)

***


Claro que no me había pasado toda la semana con sus palabras dando vueltas en mi cabeza. Eso sería una estupidez. Tampoco había estado esperando hasta el martes y, desde luego, no había estado contado las horas hasta las ocho... O tal vez sí.

Cuando entré en la habitación del hospital sentía una extraña mezcla de esperanza y un nerviosismo persistente. Kyungsoo levantó su mirada hacia mí cuando entré, pero rápidamente regreso sus ojos a la pantalla delante de él, sin ninguna expresión.

—Hola —dije, tomando una silla junto a su cama sin preguntar.

La silla no tenía almohada, pero era cómoda y lo suficientemente grande así que podía recostarme un poco en ella.

Él asintió con la cabeza a modo de saludo, parece que seguía ignorando mi existencia. Dejé escapar un suspiro. Pensé que esto sería más fácil.

—¿Crees que podríamos hablar esta vez? —le pregunté, teniendo un poco de esperanza.

—De qué quieres hablar —contestó en un tono de afirmación más que de pregunta.

—Podrías hablarme de ti —sugerí. Sabía que podía lograr que se abriera conmigo, lo sabía.

—Alguien no leyó mi expediente. —Él sonrió, asintiendo con la cabeza mientras miraba el expediente en mis manos.

—No me gusta tener una primera impresión de las personas, prefiero escuchar cómo eres por ti mismo —le contesté, tratando de no dejar que su actitud me afectara. Tenía cáncer por el amor de Dios, se le permitía ser un poco insolente.

Parecía satisfecho con mi respuesta.

—Bueno, déjame decirte que estás aquí porque estoy deprimido —dijo con malicia, sin ningún signo de ánimo en lo absoluto—. Porque al parecer, un tumor cerebral y seis meses de vida a los dieciocho años es algo con lo que debo de estar feliz.

—Nadie dijo que tienes que ser feliz —le respondí, sentí una especie de tristeza en mi corazón. Seis meses. Seis meses y su cuerpo se detendría—. Pero me parece que te has dado por vencido.

Él me dio su mirada inexpresiva.

—Me pregunto por qué será.

Me mordí el labio.

—No es cuántos años tienes, lo que importa es lo que harás con ellos.

—No sabes lo que es, ¿verdad? Saber que solo te quedan alrededor de ciento ochenta días, contar las horas hasta que mueras... Saber que no importa lo que hagas, como sea va a ocurrir. Yo ya estoy muerto, Jongin. Estaba muerto desde el día que me diagnosticaron —dijo resignado, con sus ojos negros llenos de una enorme tristeza—. Me voy a morir y no hay nada que alguien pueda hacer al respecto.

Negué lentamente al escuchar su respuesta, un poco abrumado.

Yo entendía mucho acerca de la muerte, no porque yo lo había vivido, sino porque la había visto una y otra vez. Hay un montón de gente que no tiene ni la menor idea de lo que es la muerte, pero yo nunca fui uno de ellos.

—Desde que empecé a hacer esto, he visto a siete niños morir. Puedo hacer una lista de sus nombres, el cáncer que tenían, cómo se veían y el día en que todo terminó para ellos —Lo miré, con la esperanza de que tomara un poco más de confianza. Sabía que era cansado intentarlo, pero no perdía la fe—. Créeme cuando te digo que sé lo que se siente.

—¿Qué se siente? —sus ojos me miraban fijamente.

Respiré profundo y le respondí.

—Es como algo que se te rompe por dentro y tratas de repararlo pero no puedes. Y sé que no puedo hacer nada para remediarlo pero, maldita sea, si no lo intento...

Él volteó su rostro, articulando sus palabras con su voz baja y gruesa.

—Es como caerse.

—¿Qué? —le pregunté, no entendía lo que trataba de decirme.

—Morir es como caerte —Sonrió a través de su expresión sin ninguna emoción—. Y puedes ver el fondo. Y sabes que la caída va a ser... dura.

Respiré profundo.

—Eso no significa que no puedas disfrutar la caída.

Se encogió de hombros apoyándose contra su almohada.

—Debería.

Lo miré inclinándome desde la silla.

—¿Hay algo de lo que quieras hablar?

Colocó su rostro de lado sin mirarme y me respondió cortante.

—No.

Me levanté aceptando su respuesta. Lo peor que podía hacer ahora sería presionarlo. Llegamos a algo esta semana, así que tenía que ser cuidadoso y optimista. Do Kyungsoo no iba a ser fácil de conocer, pero sabía que podía hacerlo.

—Está bien, nos vemos la próxima semana, ¿verdad?

—¿Ya te vas? —preguntó. Pensé por un momento que tal vez había algo de tristeza en su voz, como si estuviera pensando algo.

—Si no quieres hablar de nada más, no te voy a molestar —le dije con una sonrisa en mi rostro—. Si crees que tienes algo y quieres hablar conmigo, le puedes preguntar a alguna enfermera mi número, llámame cuando me necesites.

El asintió, sin responder. Fue cuando me dirigí hacia la puerta y su voz me detuvo, más claro y más alerta que hace un minuto.

—Que pases una buena noche.

—¿Que pase una buena noche? —pregunté con un tono de broma—. Suenas como si fueras alguno de esos que empacan las cosas en los supermercados.

Él se encogió de hombros, con su inexpresivo rostro tratando de no reírse.

—Bueno, no quise decir eso... Es que estaba mirando qué tan sexy estabas y me perdí.

Me llevé una de mis manos a mi boca, soltando una risa.

—¡Eso es completamente inapropiado!

—Estoy seguro de que puedes vivir con eso. —Se tornó un cierto brillo en sus ojos junto con una sonrisa de oreja a oreja, esa encantadora y descarada sonrisa en forma de corazón. Decidí que la última cosa que quería hacer, sería volver a hacer que sonriera de esa forma.

Sonreí de vuelta.

—Que tengas una buena noche, Kyungsoo.

Él asintió mordiendo su labio.

—Que tengas una linda noche, Jongin.

Catch me, I'm falling » KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora