Capítulo 19: «¡Pee-ligro, pee-ligro!» (Como el robot de los Robinson)

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Llegada la hora de salida, Andrés, Fran y yo caminamos hacia el patio, pues Andrés nos había dicho que Felipe nos esperaría allí dado que él salía antes. Cuando llegamos, veo a Felipe que está conversando con algunos de sus compañeros, pero en lugar de partir de inmediato, como Felipe tenía un tema, según él, interesante, nos quedamos un momento más. Es martes y como el asunto del Club ya está encaminado, no esperaba que Leo llegara al colegio... y en ese mismo momento caigo en la cuenta. Tomo a Fran de un brazo para llevarlo un poco aparte y le digo:

—Fran... Es martes.

—¡Uy! Soy el bombón más afortunado del universo. ¡Tengo mi propio almanaque parlante! Si no me lo dices, jamás me hubiera enterado... ¡Claro que es martes, idiota! Me he pasado el día poniendo la fecha en todos los cuadernos.

—Y hoy no tenemos club de lucha.

—Gracias por la noticia. Otra más que ignoraba. Ya me preguntaba yo por qué no íbamos al Club hoy...

—Pero Fran...

—¿Alguna otra primicia? ¿Has pensado en trabajar para la CNN? Ya lo veo en marquesinas: «Gonzalo Rodríguez... ¡El primero en saber lo que nadie más sabe! ¡La flor... (¡Qué digo!) ¡El Capullo de la Noticia!» Ya me estaba preocupando por esto de faltar al Club para ir a estrenar el mini gimnasio de los Jiménez.

—Por eso mismo, Francis... vamos para allá y como es martes y no tenemos Club, no hemos traído nuestros equipos.

—¡¿Qué?!

—Que tendremos que practicar en calzoncillos, tonto.

—¡Genial! Ni que lo hubiéramos planeado... Tendremos que desnudarnos, como hacían los griegos y romanos... ¡Genial!

—¿Genial? Fran... ¿Y si nos descubren? ¿No crees que Andrés luego saldrá a contárselo a todo el colegio?

—Eso sería si no cae rendido ante mis encantos —dice Francis poniendo cara de diva.

—¡Tonto! Por eso mismo. Rodri me dijo que...

—¡Un momento! ¿Qué tiene que ver mi hermano con todo esto?

—Eh... que... me advirtió que... yo... yo no fuera a hacer una tontería, eso. Eso me dijo.

—Entonces no la hagas, belleza. Déjame el asunto de Andrés a mí y tú cuida de Felipe... o al revés, no importa; pero prefiero a Andrés por el tamaño de su... bueno, tú se la viste.

—¿Se puede saber por qué no se han ido? —escucho una voz que sólo podía provenir de... Leo. ¿Qué está haciendo aquí un día que no le corresponde?

—¡Oh, Leo! Estamos esperando a Felipe y Andrés, porque vamos para su casa a practicar lo que nos enseñaste ayer —dice Fran.

—¿A cuál de los dos le gustó el «traje» de Gonzalo? —dice poniendo un tono particular sobre la palabra y dándome una palmada en el... «traje».

—Eso no importa, porque como es martes y no tenemos Club, no trajimos los trajes —dice y se ríe tontamente—. «Trajimos los trajes», ¡qué gracioso! Lo dije sin querer y me salió como un trabalenguas. Por fortuna que Gonzalo no se llama Trajano, como el emperador... ¿Te imaginas? «Trajano trajo su traje... Su traje trajo Trajano... ¡Qué trajín eso del traje si le van a romper el...» —Pero su tonta risa se esfuma en un santiamén al notar que de nuevo se está pasando de la raya, pero por lo menos no terminó la rima, que por demás, es obvia.

—¿Y tú vas a ir, Gonzalo? —me pregunta con un tono que no me gustó nada y sin reírse de la tontera de Fran.

—Sí, porque de por sí, no tengo otra cosa que hacer y ayer, alguien que conozco, me trató muy mal —digo y pongo cara de pucheros e intentando disimular la gracia que me causó el trabalenguas improvisado de Fran.

SexohólicoWhere stories live. Discover now