Capítulo 6

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—Es buena persona, nos tiene más paciencia de la que merecemos.

—Vale, eso es cierto.

—Es increíblemente amable cuando la llegas a conocer. 

—¿De verdad es tu amiga?

No sé cómo esta conversación terminó conmigo y Andrea hablando sobre la señora Pratt. 

—Sí —digo, sin dudar—.  Ella me dio tutoría seis de los ocho años que estudié en casa.

Andrea me mira curiosa.

—¿Qué? —pregunto.

—Es que... es raro. Alguien de tu edad siendo amigo de alguien de su edad.

—Yo no lo veo raro. 

—Por supuesto que no.

Bebo un poco de mi Coca cola. 

—¿Nunca intentó seducirte? —pregunta, y escupo toda la gaseosa hacía ella.

Pero no le importa, está de lo más feliz riéndose de mí. Dios, sé que hizo esto a propósito. 

—¡Andrea! —la regaño cuando me incorporo, pero también estoy riendo.

—¿Cómo eran esas tardes junto a la señora Pratt, Oliver? —pregunta, con una sonrisa malévola—¡Oh, ya sé! Espera.

En un brinco se pone de pie y sale de la cocina. 

—Andrea... —la llamo ¿a dónde fue?—. Tenemos que trabajar en el ensayo.

La estoy llamando en vano. 

—Oliver, ya llegué. Pasito a pasito, pero llegué —dice, cuando regresa a la cocina.

Está hablando como anciana, camina encorvada y también sostiene un bastón imaginario.

—No puede ser —digo, gorjeando una risa.

—¿Cómo eran esas tardes junto a la señora Pratt, Oliver? —pregunta Andrea incorporándose, pero de inmediato vuelve a encorvarse y tuerce su boca como si dentro de esta tuviera una dentadura—. ¿Cómo está mi muchachote? —ronronea con voz de anciana.

Después muerde su labio y entrecierra sus ojos, mientras, al mismo tiempo, mira con hambre mi entrepierna.

—¡Andrea! —la regaño otra vez, pero sigo riendo.

—Hoy vine con un vestido de lunares azules —me coquetea—, pero debajo —Hace una mirada seductora—, traigo un Babydoll —me guiña un ojo y finge que casi se le cae su dentadura.  

—¡Ya basta! —sigo riendo. 

—Si la tarea de matemáticas está bien hecha —baila seductora, agitando sobre su cabeza el bastón imaginario—, te lo mostraré. ¿Es un trato?

—¡Andrea, ya!

—Y.M.C.A —empieza a cantar—. Anda, ayúdame con esto. Busca la canción en Youtube. 

Y aquí estoy, haciéndole caso.

En mi laptop cierro el archivo con el ensayo y abro la página de Youtube. En la barra de búsqueda tecleo Y.M.C.A Village People, y doy doble clic al video. 

Young man, there's no need to feel down. Young man, I said, young man, get yourself off the ground... —canta y baila Andrea, fingiendo reumatismo. 

Jesucristo, jamás podré ver a la señora Pratt de la misma manera.

—Tienes que hacer la coreografía o no cuenta —la aliento. Y lo hace, realmente lo hace. Le aplaudo.

La mala reputación de Andrea Evich ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora