Capítulo 19

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Como hoy era mi turno de dejar un detalle sobre el banco de Andrea, me animé a más —porque ella sin duda lo merece— y le dejé un ramo de rosas rojas. Él más grande que encontré. Cuando lo ve salta por la felicidad. Y, sin importarle quiénes nos están mirando, me abraza y llena de besos. Otras chicas la miran con envidia. Algunas, incluso, codean a sus novios para reclamarles no haber recibido un detalle igual. Eso me hace sentir orgulloso. Quiero demostrar a todos que, aunque la critiquen y se burlen, Andrea merece más, mucho más que todas ellas.

Andrea camina por la Preparatoria de mi mano y llevando con ella su ramo de rosas. Todos nos miran. La mayoría siguen apostando en nuestra contra y se muestran incrédulos, pero confío en que se acostumbrarán. Y es que vamos por buen camino. Joseline no pueda disimular cuánto le molesta ver feliz a su prima.

Un pequeño inconveniente es Beca. No me mira. No me habla. Aunque si me hace llegar su sentir a través de las miradas de odio de sus amigas.

Llevo a Andrea a cenar y también escribo notas de amor para ella. Sin embargo, y no es de extrañarse, ella prefiere verme cocinar y que le diga de frente lo que siento por ella.

Cuando papá regresa a casa los presento:

—Oliver es buena persona, señor Odom —dice ella a papá, sentada a su lado y sosteniendo su mano—. Es el mejor alumno de la clase y todos lo aman.

Creo que dice eso porque es ella la que me ama, pero no me quejo.

—Anreaaa —intenta decir papá.
Ella le sonríe y se muestra paciente con él. Todo el miedo que sentí por tener que presentarlos se esfuma de inmediato.

—No se preocupe por Oliver, señor Odom. Ahora yo cuido de él  —promete.

Los ojos de papá se humedecen y se deja ir en un diluvio de emociones. Nos mira y sonríe. Nos mira y llora. Me alegra darme cuenta de que se siente feliz por mí.

—Admite que es demasiado bonita para él, Héctor —escucho decir a Byron.

Él está apoyado en el marco de la puerta, viéndonos a los tres.
Papá le hace gesto negativo.

—No le puedes decir eso a papá porque yo me parezco a él —nos defiendo.

Andrea sonríe tímida y me ayuda a acomodar las almohadas de papá, y antes de irnos me sorprende al verla despedirse de él con un beso en la frente.

Antes de salir de la habitación Byron y yo miramos con nostalgia a papá, deseando que por primera vez en mucho tiempo se decida a luchar por salir de esa cama.

—Me preocupa, Oliver —dice Byron, mirando con preocupación la puerta de papá.

—¿Por qué? —pregunto, confuso—. Está feliz por mí.

—Exacto —suspira Byron, caminando pensativo hacia su habitación.

No comprendo. ¿Por qué le preocupa que papá se sienta feliz por mí?

Recibo mi respuesta horas después, cuando escucho quejidos de papá.
Es casi media noche. Salgo de mi cama y hago mi camino hacia la habitación continua a la mía. La habitación de papá.

Simplemente no tengo palabras para describir lo que veo al entrar. Grito y Byron viene corriendo.

—¿Qué pasa? —pregunta, asustado.

Le señalo a papá.

—He.. Héctor —lo escucho quebrarse y llorar cuando ve los ojos perdidos de mi padre, y grito más fuerte.

—¡No, Byron! ¡NO!

Tío Byron me abraza y no me permite acercarme a papá.

—No lo mires —me pide, llorando.

—¡¿POR QUÉ LO HIZO?! ¡¿POR QUÉ?!

—No lo mires, Oliver... No lo mires.

Si no lo miro no puedo creerlo.

Papá ha muerto. Finalmente tomó la última decisión de su vida y… se quitó la vida.

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Oh, Dios... cuenten sus impresiones <\3

Los dos últimos capítulos estuvieron cargados de emociones y sorpresas nuevas. Y por lo mismo que son cortos, los publiqué seguido.
La vida de Oliver, antes "estable", está cambiando.

Y falta más.

La mala reputación de Andrea Evich ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora