Capítulo 25

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Andrea tuvo que bloquearme el paso para que no fuera a coger del cuello a Derek al insistir Karla en que debemos esperar.

El plan de Joseline inició pidiéndole a Chris mostrarle el video de Andrea a Derek, que como imaginamos todos resultó ser un cerdo.

Derek ofreció a la señora Di estar pendiente de Andrea. Incluso, «por el bien de ella», sugirió apoyarle dos horas después de clases los martes y jueves. Pero no tardó en empezar el acoso.

A este punto Derek ya le pidió a Andrea acompañarle fuera de la preparatoria.

El propósito de Joseline es simple es crear un nuevo escándalo para que Andrea tenga que marcharse de la ciudad. Pretende que el acoso llegue a ese punto.

—Joseline está enferma de odio —dice Karla—. Ella piensa que Derek logrará persuadir a Andrea para estar con él si la chantajea diciéndole que distribuirá el video. También quiere filmarlos cuando estén juntos y hacer llegar el video a la televisión local para que la noticia se distribuya tipo «Profesor se enreda con una alumna». A ella no le importa Derek. Sólo quiere que Andrea no pueda con la presión y se marche.

—Está loca —digo, caminando de un lado al otro. Tengo que hacerlo algo.

—Debemos ir un paso adelante —dice Karla—. Grabemos a Derek acosando a Andrea.

—Claro que no —Me niego totalmente.

—Por favor escucha Karla —me pide Andrea, pero también estoy cabreado con ella por decirme esto hasta hoy.

—Oliver, necesitamos pruebas —insiste Karla.

—¿Para hacerlas llegar a la televisión local?

—No. A la señora Di y a la policía. De lo contrario nadie nos creerá.

Niego con la cabeza.

—¿Entonces qué hacemos? —pregunta Andrea, dolida.

—No volverás a reunirte con Derek y ya.

—Pero de esa forma no vamos a detener a Joseline —rebate Karla—. Y nadie nos va a creer lo cerdo que es Derek.

—¿Tu Di no te creería? —le pregunto a Andrea ignorando a Karla.

—Ella tal vez sí —Andrea duda—, pero no la policía. Sería la palabra de Derek contra la mía. Ya viví eso con Sebastián.

Otro que también quiero matar.

—La señora Di lo echará —insiste Karla—, pero no dudes que hará lo mismo en otro lugar. Puede que incluso siga acosando a Andrea.

Paso ambas manos sobre mi cara. —No puedo verlo hacerte eso.

—Solamente grabemos unos segundos —propone Karla.

No sé si las ansias de Karla se deben a que quiere ayudar a Andrea o que quiere vengarse de Joseline, pero no importa. Tiene un punto. De igual forma yo únicamente quiero proteger a Andrea.

—Está bien —cedo—. Pero sólo vamos a grabar cinco segundos.

...

Después de organizarnos llevo a Andrea a su casa. No obstante, en todo el camino no le dirijo la palabra. ¿Por qué no me dijo lo de Derek antes? Su respuesta es que no quería preocuparme cuando ya tenía encima los problemas con mis padres. Aun así, me siento engañado.

—No te enfades conmigo —ruega.

—¿Qué si Karla no te hubiera dicho que Joseline está detrás de lo de Derek? ¿Qué si él te hubiera hecho daño ya?

Andrea baja su mirada. Hace eso cada que se siente señalada.

—No te quería preocupar.

—También quiero saber dónde vive Sebastián.

Andrea apretuja sus labios mostrando miedo. —No —zanja—. Él es mala persona.

—Pues cuando se trata de defenderte yo soy peor.

—Oliver, por favor.

Ella hala de mi brazo insistiendo en que debo calmarme. Cansado, estaciono a un lado de la calle el coche para evitar discutir mientras conduzco.

—Yo sólo quiero que dejen de hacerte daño —le hago ver, molesto—. Pero no puedo hacer nada si no hablas conmigo. ¿Hay alguna otra cosa que no me hayas dicho?

—Es que...

—¡Dime!

Ella se sobresalta al escucharme gritar.

—Las amigas de Beca me están enviando mensajes ofensivos —admite.

Paso ambas manos sobre mi cara. —¿Y cuándo pensabas decírmelo?

—Fue para que no te enojaras con Beca.

—¡Salgo contigo no con ella!

Andrea no me da la cara. Hace eso cuando siente que estoy enojado con ella. Y deja que le grite.

—Ven —le pido y la atraigo hacia mí para abrazarla.

—Nada más he traído problemas a tu vida —solloza, triste—. Más problemas.

—Eso es bilateral —digo—, yo también he traído más problemas a la tuya.

—Lo lamento tanto.

—Deja de disculparte, ¿quieres? Y no vuelvas permitir que te grite.

—A veces me lo merezco.

—No... —No me había dado cuenta de que tan afectada está—. Basta. Voy a hablar con tu tía Di o con tu mamá.

¿Fue con algún psicólogo? A mí me obligaron a citarme con uno cuando papá enfermó.

Mi teléfono móvil vibra pero lo ignoro. No quiero alejar de mí a Andrea para contestar. Sin embargo el teléfono no para y finalmente me obliga a dejar de ignorarle. Es Byron.

—¿Qué pasó?

Oliver —Por su tono sé que algo malo sucede—. Necesito que regreses a casa cuanto antes.

Y una mierda. —No, no cuelgues. Dime qué sucede ¿Dónde estás?

Lo escucho tragar saliva. —Por teléfono, no —insiste.

—¡Byron! —reclamo. Andrea también está alerta.

Llamó el suegro de tu madre.

¿Qué?

—¿Y qué dijo? —Estoy asustado ahora—. ¿Byron?

Néstor llevó a cenar a Magda.

Que mamá esté bien, por favor...

—La hermana de él se quedó encargada de los niños y para distraerlos cogió el coche y los llevó al centro de la ciudad —Mi tío habla por pausas—. El coche tuvo un accidente. Murió la hermana de Néstor y también la niña —suelta—. De verdad lo siento.

Lucy.

Cuesta asimilar enterarte de que le pasó algo malo a alguien con quien estás molesto y que, de paso, ese alguien es tu mamá. Mierda. ¿Por qué ahora? Le explico todo a Andrea y me ayuda a aclarar mi mente.

—Debes ir con ella.

—Le dije cosas terribles —recuerdo, sintiéndome basura.

—En su momento creíste que era lo correcto —justifica ella con la mirada perdida. Es como también estuviese recordando algo.

Todavía con el coche estacionado a un lado de la calle, escuchamos un trueno y pocos segundos después gotas de lluvia caen recordándome cuánto ha cambiado mi vida en tan poco tiempo... y esto no para y nunca va a parar. Gente viene, algunos solo de forma temporal y se van; otros como papá, mamá o Andrea, no quiero que se vayan, pero eso no está en mis manos... o quizá solo un poco.


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La mala reputación de Andrea Evich ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora