No te enamores de mí -dije sin miramientos.
Es muy tarde, me respondió perdiendo el brillo en sus ojos.
Es tu problema -dije fríamente-.
No sirvo para esto, nadie a mi lado puede ser feliz.
Yo lo fui -me respondió. Apretando los puños.
Dime -traté de ayudarla- ¿qué puedo hacer para que lo dejes?
¿Para que deje qué? -dudaste.- La estúpida de idea de estar a mi lado.
No te entiendo -me miró tristemente-, yo no te quiero;
¿cómo quieres que te lo haga saber?
Lo estás haciendo bien -lagrimeó.
No te enamores de mí -retomé-
yo no tengo tiempo, ganas, interés,
ni nada que me haga amarte a ti.
Ese es tu problema -respondiste y me dejaste atónito-.
Yo me enamoré de ti, esperando a que tu me correspondieras.
Yo lo hago... porque tú me pareces una persona excepcional.
Y amarte me hace feliz...
¿Cómo puedes ser feliz así? -respondí.
Ella se marchó, y caminó sin más.
Ese es mi problema, ¿no? -sonrió y se fue.
Mi corazón se partió. Y por primera vez en mi vida, mi 'no' se volvió un 'tal vez'.
