Retazo final

19 1 0
                                    

A veces... en días como hoy, pienso más en ti. Me levanto con la boca reseca de tus labios... con la mirada cansada de no mirarte, con la mente llena de pensamientos que no serán. De ilusiones quebradas. Asesinadas.

Reacomodo mi mente, para poder continuar el día. Tomo un café y viendo por la ventana los recuerdos me empiezan a asediar. Como sombras arrastrándose sobre el suelo, como oscuridades lamiendo mi alfombra. Llegan a mí, me toman por las piernas, me sujetan el alma, se alimentan de mi aliento. Me hielo, me quiebro.

De repente el café se me ha congelado. La garganta se siente rasposa, la saliva cruza con mucha dificultad. Mi mirada se pierde, mi respiración se agita. Pierdo un poco de fuerza. Un poco de esperanza se va como vaho. Miro al techo, puedo notar las manchas de grasa. Miro al piso, noto las marcas de mis pies sobre el mosaico. Estoy desesperado.

Me siento en el pórtico, ese que tantas veces te vio llegar. Me vio salir de tu mano. Me vio volver sin nada. Me vio tantas veces llorarte, besarte, reírte, gozarte. Vanagloriarte. Y ahora son solo recuerdos, fantasmas, cadáveres que se han quedado vagando en el cementerio de mi mente. Con cada haz de luz, una raya más en tu piel, una mancha más en tu iris, un dolor más en mi piel.

¿Por qué has tardado tanto?, ¿acaso ya no te importo? Me tomo la barbilla tratando de que las voces en mi cabeza se silencien. Tratando de tomarlo con calma. Te extraño tan jodidamente que duele. Yo no he podido, aunque parece que tú sí, dejarte atrás. El tiempo es solo un reloj de arena que me sume poco a poco, grano a grano, yaga a yaga, gota a gota, suspiro a suspiro... en esta maldita y jodida depresión.

Me tomo la cara, me siento el rostro, me jalo el cabello, me sostengo la rodilla y la vergüenza. Soy esto, no más. Un esperpento, un arrojo. Lo que sobra de la persona que fui. Una sobra de la persona que dejaste. Los pedazos, los retazos, los remedos de un hombre que alguna vez fingí ser por ti.

Yo iba a ser el amor de tu vida.

El apego no perdona. No de la forma como todos quisiéramos. Me dejaste vivir, me alejaste de ti. ¿Pero a qué costo? No te tengo y es la peor forma de tortura. No te tengo y el haberte tenido y perdido me sabe a estiércol. Me sabe crudo, me sabe amargo. No parece justo, ¿pero quién soy yo para juzgar la justicia? Solo tengo miedo y rabia. Un niño pequeño que ha perdido a sus padres por una rabieta en el supermercado. No sé si seguir llorando y salir huyendo o perdonar todo y tragarme mi orgullo... Despezado.

No quiero encontrarme contigo, no quiero soñarte de nuevo, no quiero verte, no quiero saber que sigues causando en mí más cosas que nadie en el mundo, que nadie en mi completa vida, en mi triste y desolada historia. No quiero que te des cuenta que me haces falta, parece que yo no hago falta en tu vida...Me haces sentir más ahora que cuando estuvimos juntos, lamento decir eso pero el dolor de cabeza, el hueco en el estómago, la lágrima que no termina de ser, el aliento del alma, las palabras entrecortadas, el jadeo de la huida, el escalofrió del contacto, el estremecimiento de la mirada, el calor de la vergüenza; en resumen, así es pensar en ti.

Extraño más de lo que recuerdo. ¿No es acaso una contradicción? Las metáforas que te contaba, las historias que nunca terminé de charlar, las puestas de sol que nunca nos detuvimos a ver, los amaneceres que en vez de gozar decidimos correr. En vez de quedarnos un poco más... decidimos marchar. Esto es así. No vale la pena arrepentirse. Aunque lo hago a diario. Tengo... ja. Tengo esta estúpida idea de realidades alternas... en donde justo después de que yo me recuperara del hospital, justo el día mismo en que me dieron el alta... tú venías a verme.

¿No te parece una estúpida idea? Pues atiende, todo se complica. La constante de nuestra relación. Lo complicado.

Tú venías a verme y no solo a verme. Yo te atendía, como podía. Te sentabas a mi lado, comentábamos tonterías y de la nada me decías las palabras más hermosas de la vida; estoy lista para esto, para ti, para nosotros. Y yo... me nublaba de amor, me esfumaba en una sonrisa, me fusionaba con tu alma y atendía a tus ojos que me miraban con recelo. Como si uno quisiera poder verme más que el otro. Gozarme entero.
Asentía tibiamente. Y tu rostro se iluminaba. Nos besábamos y no como antes, que nos desgarrábamos los labios con cada roce, no, así ya no. Eran dulces besos, cálidos al contacto, como las gotas de lluvia que caían de nuestros ojos y avanzaban rodando lentamente por las mejillas. Como el café que no pude terminarme, como el abrazo de una madre, como un mate con tu mejor amigo, como una caída en bicicleta con tu protegida, como un maldito gol en el último segundo de un partido importante. La euforia, la muerte pequeña, el orgasmo inmenso, las estrellas brillando, la luna sonriendo... el universo entero enfocado en un beso. En un simple roce de cada una de nuestras moléculas. La electricidad de los neutrinos golpeándonos la cara, sin sensación. Todo era nuestro. Todo...

Pero no llegó. No fue así... me encontraste o te encontré, bajo aquel gran árbol por mera casualidad, 5 meses después de mi salida... 5 meses después de que con un pacto silencioso nos dijimos hasta luego. Me besaste, me rogaste por un beso que yo ya no quería... que yo ya no anhelaba. El amor no se esfuma, se va a otra parte. Cuando volviste a mí yo ya no te amaba tanto como antes. Seguías siendo, y lo sigues siendo, la persona que más amé en el mundo, en mi historia, en mi vida... Y creí que yo también era esa persona para ti.

No cabe duda que suelo equivocarme.

Esta no es la forma en que debería terminar. Contigo alejándose lentamente de mí, y yo quedándome bajo el gran árbol esperando que algo pasase, o no pasara nada. ¿Qué es peor?

Esta no es la forma como debió terminar. Y estoy seguro que no será la forma como termine... volviste a revolverlo todo... todo aquello que yacía muerto en mi interior tú lo reviviste con un beso. No sé si contigo pasó lo mismo... ya no sé nada de ti, ni cómo vas a reaccionar... ni qué te pude haber hecho sentir. Es una nueva forma de tortura de tu parte, volver cuando ya todo lo había dejado aparte.

¿Algún día me cansaré de ti?, ¿algún día voy a dejar de amarte?, ¿algún día seré tan fuerte para dejarte?

Poemas.Where stories live. Discover now