Parte I

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Nunca fui bueno con las despedidas

Cuando me tocaba partir

siempre era mejor huir

Incluso entre habitaciones

resuenan nuestros recuerdos

Los dolores de barriga

el vómito sobre la mesa...

Estábamos tan llenos.

Me abochornaste.

te fui fiel con cada hebra de mi ser

me tomaste de una forma distinta

y me dejaste caer.

Saliste de mi vida

sin hacer mucho ruido

como si no te importara

pero así fue.

Una buena tarde de noviembre

cuando menos lo esperaba

mientras susurraba: me dolías.

Y la sonrisa se convirtió en llanto

procurando no dañar más mi imagen

me acunaste en tu manto y me hiciste sentir

tú estabas aquí.

Y luego nada.

El crujido del cuello.

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