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Cuando finalmente, tras seguirla un par de metros me dispongo a hacerla girar para interrogarle, nuevamente me lo impiden, solo que esta vez se trata de Beth quien me habla.

—¿Te ha hecho algo? —inquiere, y en sus ojos brilla la curiosidad.

Tenso la mandíbula y busco con la mirada a la chica, sin embargo no la logro ubicar.

—¿Por qué?

Ciertamente fuí bastante brusco, pues su pregunta por alguna razón me molesta. ¿Será que realmente pareciera que ha ocurrido algo entre ella y yo, o simplemente desea molestarme preguntándome aquello?

—Pareciera que sí; como si ella hubiera causado muchos problemas en ti, y la verdad _____ me parece una linda chica.

Frunzo el ceño con fuerza, molesto, porque si bien al menos ahora sé algo de la chica, en este caso su nombre, no puedo evitar sentirme completamente frustrado al saber que Beth, a quien salvé de ser abusada ahora está poniéndose en mi contra o al menos eso me hace ver, y es que ¿que más podría ser? De seguro la castaña le recuerda a alguien y por eso se pone de su lado, aunque también puede ser, que simplemente, creé que hacerme ver que _____ no es una mala persona, me hará bien o algo parecido, como esas tonterías positivas de las que suele hablar.

—¿Tú que sabes?

Los ojos de Beth me analizan durante un par de segundos, sin embargo, finalmente, solo se limita a elevar sus cejas conforme suelta un suspiro.

—Quizás deberías calmarte; emanas furia.

No le respondo, no porque no sepa que decirle, sino porque creo que si lo hago explotaré, y acabaré soltándole alguna que otra estupidez innecesaria. Por lo que simplemente sacudo la cabeza y desvío la mirada antes de alejarme de ella e, intentando mantenerme calmado, me siento un poco alejado del grupo, cerca del altar, donde puedo observarlos a todos. Desde Carl riendo de los pésimos chistes de Glenn, hasta Sasha abrazándose a su hermano.

Exhalo con pereza y me llevo una mano al rostro, frotándola contra él.

Últimamente, luego de lo de Terminus, todo ha estado más calmado, sin embargo puedo notar, oculto entre la satisfacción de saber que hoy podremos dormir "tranquilos", el pudor que todos sienten, y es que desde hace ya tiempo, desde que el Gobernador destruyó la prisión, que sin importar lo que ocurra, ni donde estemos, aquél sentimiento nos amordaza, sin intención de dejarnos en paz.

Me llevo la palma de la mano a la barbilla, y reposo el mentón allí, exhausto.

—Es lo mejor que hay —su voz me habla, y sólo ahí me percato de la lata de frutas en conserva que una delgada mano extiende frente a mí—, está bien si no lo aceptas, puedo dárselo a otra persona.

Elevo la mirada topandome con sus grisáceos ojos que me observan sin enseñar sentimiento alguno, sorprendiéndome, pues francamente, yo no puedo evitar sentir algunos por ella por ella, y es que me pregunto demasiado que ha ocurrido, y el por qué ahora es como es; lo que me hace sentir desconfianza y cierta rabia.

No obstante, a pesar de aquello cojo la lata con mi mano izquierda y la cuchara con la derecha, y por su parte ella asiente antes de alejarse para continuar entregando alimentos a los demás miembros del grupo.

Suspiro.

***

Retiro los restos del pegajoso jugo de las frutas de mis labios con la manga de mi camisa y me inclino sobre el asiento para dejar la lata ya vacía sobre el brillante piso de madera.

No sabría calcular con exactitud cuanto tiempo ha transcurrido, sin embargo la noche a comenzado a caer, y el grupo se ha dispersado a través de la iglesia, aunque aún así continúan charlando animadamente, ajenos al pesimismo y la realidad a nuestro exterior.

Presiono los labios y niego con la cabeza cuando Glenn me dirige la mirada tras soltar una de los chistes más malos que jamás había oído, aunque éste siquiera se inmuta, y encogiéndose de hombros vuelve a centrarse en los demás mientras presiona a Maggie contra su cuerpo. Vuelvo la mirada una vez más, topandome esta vez, con la fugaz imagen de la puerta de la iglesia siendo cerrada con demasiado cuidado, y cuando me permito analizar con la mirada el lugar solo hay una persona que no se encuentra presente, pues hasta el mismísimo Gabriel se encuentra charlando con el grupo.

Me levanto con precaución de que nadie se percate de mis movimientos y me movilizo a través del lugar con vivacidad, logrando salir del lugar sin llamar la atención del grupo. Y, tal como lo creía, la noche ha caído, y mi alrededor solo se distinguen los árboles y el cielo estrellado sobre ellos.

¿Dónde estará?

Me acomodo la ballesta y comienzo a caminar en silencio, centrándome en los sonidos a mi alrededor, percatándome de como no muy lejos el sonido de unas pisadas aborda en silencio.

Camino con cautela algunos metros, aunque ciertamente no se me dificulta el acabar hallándola, pues tras un par de minutos _____ aparece en mi campo visual, y se detiene algunos metros a lo lejos, como esperando que sea yo quién dé el siguiente paso, y lo hago, sin embargo cuando la distancia entre ambos se vuelve prácticamente nula, la castaña comienza a caminar, haciendo el amago de pasar junto a mí y regresar a la iglesia. Lo que con vivacidad le impido, y ella reacciona dando un paso hacia atrás, para luego comenzar a hablar con cierta imprudencia.

—¿Qué es lo que quieres? Entiendo que se te hace rarísimo verme aquí; viva —enfatiza las ultimas palabras—, pero sobreviví; ya está, deberás vivir con eso, porque no tengo intención de dejarte el camino libre tan fácilmente.

Aprieto la mandíbula y desvío la mirada un segundo para volver a observarla, encontrándola frente a mí, en la misma posición, con el mentón en alto, dirigiéndome una intensa mirada.

—No sé que pensar de ti —le digo, acomodando la ballesta en mi hombro—, no creí verte viva otra vez, y el cambio que has dado debe tener una explicación, algo que no te hace de fiar.

—¿Quieres dejar el rollo de una vez? No he cambiado, simplemente he aprendido a sobrevivir. Y, lo que me haya ocurrido, créeme, no es de tu incumbencia.

Intento formular una frase con todo lo que ronda en mi mente; con todo lo que quiero decirle, sin embargo antes de lograrlo sus pies comienzan a moverse, y se cola por mi lado sin darme tiempo de reaccionar.

No sé que pensar, estoy tan seguro de que algo esconde, y necesito saber que es, necesito saber que le ha ocurrido, que le hizo pasar de ser una muchacha asustadiza, rezándole a Dios que la salve, a ser alguien que sabe protegerse y sobrevivir en un apocalipsis; qué le hizo convertirse en alguien fuerte.

Fantasma del ayer » Daryl Dixon y Tú [Terminada]Where stories live. Discover now