32 | the good

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La noche.

Arriba las estrellas; brillantes y frías, y aquí abajo la pólvora y el humo sin dejar de inundar nuestras vías respiratorias.

Cuando salimos del edificio pude ver con mayor claridad la cantidad de cadáveres, y no solo de salvadores, sino una buena cantidad de nuestros aliados. Sin embargo a pesar de ello sé que la presión que siento sobre mis​ hombros y pecho no es a causa de aquella imagen, sino, simplemente, por el que aun no tengo siquiera la mas mínima pista acerca del paradero de _____ y, me preocupa enormemente, el que por alguna razón no continúe con vida.

El silencio es el reinante e, incluso cuando todos los sobrevivientes nos reunimos junto al edificio principal nos mantenemos en silencio; un silencio abrumador que acabo rompiendo en el instante en que mi nerviosismo ya no da mas y me siento demasiado angustiado como para continuar sin hacer nada.

Así que cargo la M16 y me dirijo hacia Dwight, quien me observa con la misma expresión que estoy seguro yo tengo plasmada en el rostro.

—Revisamos todo, y además de los demás malditos puntos de vigilancia a kilómetros de aquí no queda nadie y ellas aun no aparecen.

—Negan tampoco lo ha hecho  —me dice Rick y aunque se enseña tranquilo soy capaz de reconocer su nerviosismo.

Aprieto el arma contra mi pecho y gruño. Tiene razón; Negan tampoco ha aparecido. Siquiera cuando nos adentramos al edificio y acabamos con todo quién fue necesario lo hizo, lo que si bien no nos asegura nada, también incrementa la posibilidad de que se encuentre junto a _____ y Sherry, pues, según Dwight eran sus favoritas y, además, son las únicas esposas de Negan que no han aparecido.

Me llevo una mano a la nuca y gruño, cohibido, antes de comenzar a caminar con la intención de adentrarme nuevamente al edificio, sin embargo me detengo antes de entrar y con la rabia alterando mi frecuencia cardíaca le planto, en un acto de desesperación, un golpe a la pared.

—Maldita sea, maldita sea, maldita sea.

Desesperación. Eso es lo que siento. El silencio; el olor a pólvora y a muerte me abruman demasiado por lo que a pesar de esforzarme con todas mis fuerzas no puedo evitar aquél sentir y, de una forma u otra, las ganas que siento de que todo esto acabe de una maldita vez. Aprieto los puños alrededor del arma y jadeo.

Maldita sea

Finalmente, cuando siento que no soportaré un segundo más sin hacer nada al respecto, cargo el arma y comienzo a caminar hasta cruzar la puerta e ingresar al complejo del santuario, no obstante, tras haber avanzado un par de metros el resonar de un disparo me llama a girarme en busca del causante del mismo y, al volver a salir del edificio y rebuscar entre la oscuridad y los rostros igual de angustiados y extrañados que el mío, el causante de aquél hecho sale a la luz, y, frente de uno de los edificios mi vista se topa con Negan, quien cargando con su bate en una mano y un revólver en la otra camina algunos metros en el exterior para finalmente detenerse y, elevando ambas armas abrir la boca, sin embargo, antes de que de sus labios escapen palabras de su garganta se cola un alarido y el impacto de una bala contra su pantorrilla izquierda le hace caer de bruces sobre el asfalto soltando a su paso ambas armas. Todo ocurrió demasiado rápido y continuó siéndolo cuando Rick se encaminó con rapidez hacia él para alzar su arma y apuntarle al cráneo. 

Pero no dispara.

No porque no lo quiera, sino porque antes de jalar del gatillo una voz que si bien oye débil y entrecortada sé perfectamente a quién pertenece.

—¡Espera, espera Rick!

Tiene el rostro cubierto de sudor y algunos hematomas en los brazos y uno de sus pómulos, pero aquello no es lo que me preocupa y provoca que el corazón se me azote contra el pecho; el problema está en que se encuentra casi en la misma posición que Negan y el que la manera en que ha llegado hasta aquí —a juzgar por lo entumecidos que se ven sus brazos y lo raspado de la palmas de sus manos— solo otorga malas señales.

Troto hasta ella y le cojo del rostro para verificar su estado, sin embargo sé que lo que le impide el caminar no está en su rostro, sino en su espalda; en la parte baja de ella; allí donde la blusa se le ha empapado de sangre y casi puedo ver el agujero de una bala en la tela.
Sus ojos me analizan; las yemas de sus dedos acarician el dorso de mi mano y si bien tiene los ojos empapados en lágrimas solo reacciona a sonreírme para luego volverse hacia Rick y, con la voz entrecortada hablarle:

—No somos como él —carraspea y cierra los ojos con fuerza, de seguro intentando reprimir el dolor que invade su cuerpo—; hay bastantes salvadores aún, pero no es necesario que mates a Negan para demostrarles nada; ellos ya son de los nuestros, de los buenos —me observa de reojo al decir aquello. Aprieto su mano—. Hay celdas aquí; la usaremos con él, pero no le mataremos.

Por un momento, cuando veo como presiona el arma y desvía su mirada de _____ para observar al hombre a sus pies, pienso que no le hará caso. Entonces asiente y se guarda el arma en su funda para luego agacharse junto a Negan y, tras susurrarle algo cerca del rostro cogerle de las muñecas y obligarle a levantarse.

Vuelvo mi atención a _____. Ella me observa y siento como afloja su agarre en mi mano.

—Estamos en guerra; algunas personas deben morir.

Sacudo la cabeza.

—Tú no lo harás —le digo acariciándole el rostro.

—Sí Daryl, debe ser así.

Niego y ella cierra los ojos antes de soltar un jadeo.

—No siento mis piernas Daryl —me dice y no sé qué me duele más, si el tono de voz con el que lo hace o las palabras que dice y lo que ellas significan—; no sabes cuando duele, de verdad no tienes idea.

Los ojos me arden y debo cerrarlos para evitar que las lágrimas comiencen a salir.

—Lo lamento, joder, lo lamento tanto.

Y lloro, lloro como nunca antes he llorado, porque siquiera la muerte de Merle dolió tanto.

—Hemos visto al doctor de Los Salvadores y continúa vivo, el puede hacerlo algo _____, de seguro podrá hacerlo.

Ella sacude la cabeza y sonríe.

—Te amo Daryl, pero aunque él pudiera hacer algo sabes que no dará resultado a largo plazo.

Tenía razón.

Claro que la tenía.

Pero no la quiero dejar ir.

No puedo hacerlo.


Acaricio su mentón y asiento casi invisiblemente antes de inclinarme y depositar un beso sobre su frente.


Pero debía hacerlo.

Debía dejarla ir.

Fantasma del ayer » Daryl Dixon y Tú [Terminada]Where stories live. Discover now