Fantasma del ayer » Daryl Dixon y Tú [Terminada]

19 | reminder

Las siguientes dos semanas transcurrieron rápido, amordazandome; exigiendo que ponga de mi parte para lograr adaptarme. Y la verdad, es que en este momento, cuando me encuentro riéndome de un chiste verde que ha soltado Will, un tipo del lugar, creo que lo he logrado. No puedo decir que este ya es mi hogar, pues estaría mintiéndome descaradamente, pero aún así creo que en un lugar como este, con personas como estas —y no lo digo solo por el idiota de Will, sino en general— podría ser capaz de vivir tranquilo, sin sentirme angustiado y casi asfixiado a causa del ambiente, sin sentirme como un puto pez fuera del agua.

Will sacude la cabeza y suelta un suspiro conforme se vuelve a centrar en el lavado de uno de los caballos. Y Glenn, quien permanece a unos metros de mi me observa, sin embargo al igual que Will, permanece en silencio.

Suelto un gruñido, frustrado.

—¿Me dirán qué es lo que ocurre? —suelto y ellos se observan un instante, y finalmente Will comienza a hablar.

—Es sobre tu chica —frunzo el ceño y él sacude la cabeza conforme suelta un suspiro.

—Ha estado bastante rara desde hace casi una semana Daryl —Glenn comenta a mi lado—; y sinceramente creo que eres él único que aún no lo nota.

—Conmigo ha estado bien.

Él asiático se lleva una mano al cabello y suelta un suspiro, sin embargo aunque creo que me dirá algo al respecto no lo hace, y se limita a volver su atención al caballo frente a él.

Aprieto los puños y los examino a ambos un instante; los dos se encuentran sumidos en la tarea y no muestran la más mínima intención de hablar, por lo que acabo, finalmente y ciertamente resignado, saliendo del lugar. Recorro él complejo a paso rápido, evitando las miradas interesadas que comienzan a cubrirme y, tras un par de minutos, cuando por fin diviso la silueta de _____, envuelta en ropas negras y con el típico peinado que ha comenzado a utilizar hace ya dos semanas, disminuyo la rapidez de mis pasos hasta llegar a su lado. Sus ojos grisáceos me observan un instante e inmediatamente deja de lado su tarea para reincorporarse y sonreír.

Pienso en qué decirle. ¿Debería simplemente decirle que me han comentado que está rara o decirle que yo lo he descubierto? Finalmente descarto ambas ideas y me voy por el lado más seguro, al menos a mi parecer.

—¿Te resta mucho aún? Podrías tomarte un descanso.

Ella se limpia la tierra de las manos con sus pantalones y realiza una mueca— He comenzado hace quince minutos, estoy bien —me dice sin apartar su mirada de mí y, asimismo acaba asintiendo antes de volver a hablar—. Vale, quizás pueda descansar un momento.

***

Recorremos el lugar durante algunos minutos sin decirnos nada, lo que aprovecho para acomodar mis ideas. Pensándolo bien, y analizándolo todo me atrevería a decir que _____ si ha actuado de forma extraña junto a mí, sin embargo no le he dado importancia a aquellos pequeños detalles; tales como sus silencios o las ocasiones en que comenzaba a morderse las uñas con la mirada perdida. Claro que no es que no le haya prestado atención porque no me importe ni nada parecido —pues debo decir que con el pasar del tiempo creo que le quiero incluso mucho más—, sino simplemente porque no estoy acostumbrado a cosas como esas; en este caso el simple hecho de preocuparme realmente por alguien, lo que supongo está ligado directamente al simple hecho de que desde que era pequeño nadie jamás se preocupó por mí y del que simplemente viví mi vida a las riendas de lo que a Merle se le ocurría, lo que obviamente jamás era muy bueno ni mucho menos algo en que inspirarse ni aprender.

Finalmente, cuando ya llevábamos fácilmente diez minutos caminando en círculos decidí encaminarme hasta los árboles al extremo derecho de la comunidad, donde nos sentamos a las raíces de un bastante grande árbol de naranjas.