Peluche

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Quién le diría a Jimin que llegaría a pasear con su pequeño agaarrados de la mano sin que nadie los mirara raros. Pues a primera vista lo que parecía era un paseo de hermanos, donde ambos miraban tiendas y compraban los dulces que se les antojaban. NamJoon se había opuesto en un primer momento, pero cuando Jin se metió por medio, su novio no tuvo más elección que dejarlos salir. La madre de Jin no estaba, pues trabajaba como cada mañana, tenían hasta la hora de su llegada para andar por la casa a sus anchas, pero no todos se conformaban con permanecer allí. Y así fue como Jimin se armó de valor para pedir permiso a NamJoon de llevarse a su hermano a dar una vuelta; a pesar de sus peleas en el día anterior.

TaeHyung en cuanto supo de aquella salida, no dudó en salir corriendo tras ellos y mostrarles la más inocente sonrisa que habían visto en él, pero Jimin, harto de ver todas sus caras y por supuesto, conocerlas, no se dejó engatusar ante su amigo. ¡Ni en sueños le estropearía su salida con JungKook!

Al final los dos chicos terminaron en la calle y TaeHyung deprimido en el sofá de la enorme casa.

— ¿Seguro que no quieres uno? —preguntó Jimin aún mirando a través del cristal de la maquina de peluches.

— Estoy mayor para peluches.

— ¡Claro que no, aún tienes edad! —JungKook quedó mirando los diversos peluches que había y mentiría si dijera que no había ninguno que le llamara la atención— Soy bueno en esto, tú sólo dime cuál quieres —crujió sus dedos a modo de calentamiento.

— No es necesario, hyung —la enorme sonrisa en el rostro de Jimin se apagó, se inclinó hacia JungKook y lo miró fijamente.

— ¿Estás avergonzado porque quiera regalarte un muñeco? —el pequeño no supo qué decir, simplemente se mordió el labio y asintió avergonzado— Kookie, tienes 13 años, no hay nada de malo. Hasta a mí me gustan —JungKook alzó sus enorme ojos y lo miró inquisitivo—. Son suavecitos... y esponjosos —el menor rió por la tierna voz que estaba usando su hyung—. Déjame conseguirte uno y guárdalo como el primer regalo de tantos que pienso hacerte, ¿sí?

— Está bien —ambos sonrieron y Jimin, más animado, se dio así mismo palabras de aliento y estiró su cuerpo para comenzar a meter la primera moneda—. ¿Qué pasa si no lo consigues?

— ¿Estás diciendo que no puedo?

— Sólo digo.

La chirriante música de la maquina comenzó a sonar y Jimin movió sus manos sobre el control de la máquina con agilidad, como si de un experto se tratara, pero cuando aquel gancho bajó y cerró sus pinzas sin haber enganchado un peluche, todo su ánimo se vino abajo. JungKook lo miró cuando el otro lo hizo y ambos quedaron en un silencio que ninguno supo descifrar.

— Dije que no tenías por qué hacerlo, puedes comprarme... —miró a su alrededor buscando lo primero que pudiera captar su atención— ¡Eso!

— ¿Algodón de azúcar? —el pequeño asintió— Eso puedo comprártelo sin ningún esfuerzo —se encogió de hombros y miró al suelo, por un momento se sentía como una carga, no quería que gastara tantas monedas en una máquina y tampoco que su confianza se fuera al traste—. ¡Ya sé! Quizás no pueda conseguirlo porque lo estamos haciendo mal.

— ¿Qué hacemos mal? —preguntó con inocencia.

— No me dijiste cuál quieres.

— El que sea está bien.

— No, JungKook, así no es especial. Debes darme una razón para que sienta más deseos de conseguírtelo —se quedó meditando por unos segundos y en silencio se acercó a la máquina y buscó alguno que le gustara.

Escape [BTS/BL]Where stories live. Discover now