Epílogo

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Los espejos estaban completamente empañados y el vapor seguía en el ambiente, la ducha caliente ya había acabado, pero el calor que emanaba de los dos cuerpos desnudos y entrelazados, mantenían el habitáculo en constante temperatura elevada. Con el oxígeno tan escaso que uno de ellos llegó a toser un par de veces.

El cuerpo mojado que antes estuvo en el regazo del otro, fue levantado y obligado a quedar contra los azulejos azules del baño. Un gemido fue ahogado cuando las manos contrarias recorrieron su espalda de arriba abajo hasta sus glúteos, masajeándolos con descaro y posesión. Algo húmedo siguió el camino marcado por sus manos y con sus rodillas clavadas en el suelo, abrió sus nalgas y pasó la punta de su lengua por el orificio, lubricando donde allí introduciría su hombría.

— M-más —suplicó el chico contra los azulejos.

— Tranquilo —se levantó y acarició los cabellos empapados, dio un suave tirón hacia atrás y besó sus labios con necesidad, introduciendo su lengua hasta lo más profundo de su cavidad bucal.

Mordió su labio inferior al verlo tan sometido al placer que unas simples caricias le proporcionaban. Era hermoso apreciarlo empapado en sudor y proclamando por más, como todas las veces que lo habían hecho a lo largo de estos años. Él era su debilidad pero también su fortaleza, y jamás olvidaría el día que lo vio a correr hasta sus brazos después de estar sin verlo tres meses. Tan pequeño que ahora cuesta de creer que sea incluso unos centímetros más alto que él.

Y pensar que una vez imaginó que podría suceder.

Pero también recuerda apartarlo de su mente pensando que eso sería imposible.

Gracioso, ¿eh?

— Hyung, dame más —estiró su mano hacia atrás para palpar la desnudez de su novio.

— Tranquilo, Kookie. Relájate —JungKook asintió apartando su mano y dejándola en los azulejos. Jimin aprovechó para introducir unos dedos en él mientras besaba su hombro y subía por su cuello hasta su lóbulo, el cual mordió suavemente y un fuerte gemido salió de los labios de JungKook. Jimin había descubierto que su pequeño, no tan pequeño ahora, era sensible en ciertas zonas, y su oreja, era una de ellas.

Se empujó dentro de él cuando su cuerpo parecía rechazar la idea de sus dedos y sustituirlos por algo más grueso y de mayor longitud. Y tocando fondo repetidas veces, JungKook se deshacía contra los azulejos y el cuerpo de Jimin.

— Ji-Jimin... Ah... Ji... min... a-ah... h-hyung... —Jimin colocó sus manos en los azulejos, apresando por completo el cuerpo de JungKook, y continuó con sus fuertes embestidas hasta que el grito ahogado del menor y sus piernas temblorosas lo llevaron al clímax. Jimin sintió el cuerpo de JungKook caer un poco y tuvo que sostenerlo por la cintura para que él pudiera acabar también y llenarlo con su semilla.

— Ah... increíble.

— Sí, joder.

— Esa boca, pequeño —JungKook se dio la vuelta y, mirando a los ojos del mayor, la comisura de su labio se elevó, así como una de sus cejas.

— ¿Pequeño?

— Ay, no empieces —JungKook carcajeó y se abrazó a su hyung, pasando sus brazos alrededor de su cuello y besando sus labios ahora con más calma.

— Si tu quieres puedo seguir siendo tu pequeño.

— Lo eres, no me contradigas —el castaño devolvió el beso—. En edad —añadió rodando sus ojos.

Después de una segunda ducha para JungKook y una nueva para Jimin, ambos salieron del baño y entraron en la habitación del menor para lo que supuestamente tenían en mente hacer aquella tarde. Estudiar. O más bien, Jimin ayudar a JungKook con sus estudios, porque Jimin, con 20 años de edad ya había dejado la escuela para prepararse para su futuro, el cual aún no tenía muy claro, pero lo que sí estaba claro es que sería junto a JungKook. El chico, ahora de 18 años, había vuelto a su hogar; a donde pertenecía y era el único que aún iba a la escuela que tantos recuerdos le traían de su traviesa escapada.

Escape [BTS/BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora