Capítulo dieciséis

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Ashley decidió marcharse, yo le dije que la llamaría luego. Pero eran las 10 pm y Lorianne no había logrado calmarse del todo. El hecho de que Spencer estuviera tan cerca de ella, en la misma ciudad, la aterraba. Pero yo no lo comprendía, ella aún no me había dicho el porqué de tanto miedo hacia su último ex novio.

Había dejado de intentar averiguarlo semanas atrás, pero ahora volvió a ser un tema reciente y ella no podía dejarlo pasar tan fácil.

Decidí cambiar las sábanas de la cama, mientras ella se acurrucaba en el sofá, tomando un té caliente.

Cuando terminé y me puse el pijama, y me senté a su lado. Tenía la tv encendida, pero claramente no le estaba prestando atención, estaba sumida en sus pensamientos, con los ojos llorosos. Apagué la tele.

—Lorianne... —la llamé y me miró— No sé... no sé que pasa o que pasó entre ustedes, pero  sabes que me tienes aquí... para lo que sea.

Ella asintió y se acercó a mi pecho, para recostarse. Se quedó un par de minutos así, hasta que anunció que se iría a dormir. Se levantó y fue a la cama. Yo saqué mi celular y le envié un mensaje a Ash.

"Siento lo que sucedió." Envié.

"Tranquilo, encárgate de tu amiga y hablamos mañana." Recibí casi al instante.

Apagué todo y entré a la habitación, donde ya estaba Lorianne acostada en su lugar. Sabía que estaba despierta, la conocía y sabía que se dormiría hasta que su cabeza estuviera en blanco por completo.

Me acerqué a ella y me agaché hasta su altura, encontrando sus ojos abiertos.

—Si necesitas algo —inicié en voz baja—, no importa la hora, avísame.

Ella asintió. Me levanté y rodeé la cama, para acostarme en mi lugar. Me tapé con mi manta y cerré mis ojos para tratar de dormir. Debía conseguir el regalo de navidad de Ashley a más tardar el día siguiente y eso me tenía la cabeza dando vueltas.

—Chad —oí un susurro de Lorianne y me giré. Ella me daba la espalda.

—¿Sí?

—Spencer me mintió —dijo de la nada y su voz seguía escuchándose quebradiza.

—¿De qué hablas?

—Yo lo amaba, Chad, amaba a Spencer y... y él me mintió —ella seguía llorando, pero no podía verle el rostro.

Eso sí que no me lo esperaba.

—¿Quieres voltearte para poder hablar mejor de esto? —le pedí.

—No quiero verte a la cara —confesó y no pensaba quejarme por eso. Ella suspiró una vez más y siguió hablando—. Él y yo vivíamos en Nevada, en un pequeño apartamento que era suficiente para los dos. Teníamos casi dos años de ser novios. Él... Él trabajaba en un restaurante y yo trabajaba diseñando. Estaba todo bien, hasta que se le ocurrió llevar a una puta del trabajo a nuestro apartamento —dijo con asco y decepción—. Estaban haciéndolo en nuestra cama —se acostó boca arriba y se llevó las manos a su húmedo rostro—, le grité como nunca, mientras que la maldita me decía que estaba ciega y me repetía que no era la primera vez que lo hacían. Iba a matarla. Iba... iba a matarlos a ambos.

Había algo que no me calzaba en la historia. La vez que le había contestado el celular a Lorianne sin su autorización —algo que, por cierto, fue un gravísimo error—, Spencer parecía odiarla con todas sus fuerzas. Pero Lorianne me contaba que él le había roto el corazón... ¿Algo faltaba en su relato?

—¿Por qué te está buscando entonces?

—Tomé mis cosas, las metí en un par de maletas y salí del apartamento. Pero antes de marcharme, tomé los ahorros que eran de ambos, su billetera, todas las cosas de valor que hubieran en el apartamento y me las llevé conmigo.

Bienvenida Otra VezWhere stories live. Discover now