Capítulo diecinueve

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¡Maratón de cumpleaños atrasado! 2/3

—¿Qué sucede? —preguntó Thomas— ¿Algo malo con Ashley?

—No sé, sinceramente.

—¿A qué te refieres? —preguntó Jenna.

—Cuando ella se fue todo era muy normal. Le di su regalo, nos besamos, nos despedimos y listo. Pero... la verdad es que apenas si hemos hablado y no me responde las llamadas, creo que...

—Lo que me temía —murmuró, interrumpiéndome.

—¿Qué?

—Tienes el síndrome de la novia controladora —Jenna frunció el ceño—. Tú no —le dijo a ella—, pero él sí —me apunto con su dedo índice.

—¿De qué demonios hablas?

—Quieres controlar lo que hace, saber dónde está, con quién está, qué comerá, qué dirá, qué pensará, qué tirará por el retrete, qué...

—Ya entendí —interrumpí yo—. Y no, puedo asegurarte que no es eso. Es mi novia, ¿sabes? Quisiera por lo menos escuchar su voz un par de veces al día o que me textée algo.

—Chad, no hará sexting contigo, ¡está en casa de sus padres! ¡Tus suegros! —exclamó.

—No hablo de sexting, idiota.

—Yo te entiendo —dijo Jenna—. Pero creo que deberías entenderla a ella. Está en su hogar, en su tierra de origen. Tal vez está tan emocionada por estar en Minnesota, que olvida que tiene toda una vida en esta ciudad, dale tiempo, ya se tranquilizará y te llamará —me aseguró.

—¿Cómo puedes estar tan segura de ello?

—Me sucedía cuando tenía un novio hace un par de años aquí y tenía que volver a mi país por el aniversario de mis padres.

Fruncí el ceño, confundido.

—¿Eres extranjera?

—¿Eres extranjera? —Thomas repitió mi pregunta, con la misma confusión en su rostro.

Jenna se giró hacia él, completamente indignada.

—Estás bromeando, ¿cierto? —preguntó a Thomas y él negó— ¡Eres increíble, Sanders! —exclamó con una clara molestia en su rostro, mientras se ponía de pie.

—¡Jenna, espera! —él se levantó y la siguió hasta la puerta del departamento de Thomas.

—¿Cómo es que no vas a saber que no soy norteamericana? —preguntó abriendo la puerta— Te lo he dicho miles de veces, ¡soy sueca!

—Pero tu apellido...

—¡Mi padre nació en Wyoming, pero mi madre nació en Estocolmo! ¿Sabes dónde queda eso? ¡En Suecia! —exclamó y cerró la puerta al salir.

Thomas me miró y yo a él.

—Disculpa —dije, un tanto apenado.

—No, es mi culpa de todas maneras, no le puse atención —dijo sentándose en el sofá en el que solo minutos antes habían estado él y Jenna.

—¿No irás tras ella?

—Dejaré que se calme un poco y la llamaré luego, sino empezará a decirme cosas raras... —se detuvo— Todo tiene sentido ahora, ¡ella insulta en sueco! Qué idiota soy. Bueno, Jenna tiene razón, ¿sabes? Solo debes esperar a que se le baje eso de "¡Viva Minnesota!" y listo, hablas con ella. Tal vez encontró compañeras de la secundaria y salieron a acampar o no sé qué cosas raras hacían los niños en Minnesota, pero tú me entiendes. Está emocionada, ya se le pasará.

Bienvenida Otra VezWhere stories live. Discover now