Eros

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Cuando sus miradas se cruzaban, Viktor se sentía morir.

A pesar de que Yuuri no podía controlar del todo el tema de Eros. Y Viktor no podía creerle que no pudiera, después de todo... Y aunque no quería reconocerlo, el japonés no era una virgen inocente (y una vez más, odiaba la idea de que no lo fuera), pero eso le debía ayudar un poco, ¿no? Sabía lo que era Eros...

Pero Yuuri seguía dudando. No demostraba la sensualidad que de seguro tenía, y Viktor ya no sabía si sentirse bien o mal con eso.

Después de todo, eso le demostraba las "habilidades" de Masao. Él podía hacerlo mucho mejor, estaba más que seguro.

—Es de lo peor —Viktor miró a su lado, Yuri estaba ahí, con una expresión de cansancio y aburrimiento de ver al japonés —. ¿Por le pediste tanto a Yakov que le diera ese tema? Yo lo habría hecho mejor.

—No lo habrías hecho mejor —respondió Viktor —. Además, quería verlo a él interpretar Eros.

Plisetsky formó una expresión de asco.

—Eres un horrible y pedófilo viejo.

— Recuerda que él ya es un adulto legal~... —dijo, y comenzó a alejarse del otro ruso. Pero, no sin antes volver el rostro, y sonreirle con algo de burla y superioridad —. ¡Tu aún eres un niño! Tienes suerte de que no diga más sobre tu "amistad" con Otabek.

El rostro consternado, enfurecido, y sonrojado del adolescente ruso fue lo más gracioso que había visto en días. Yuri no pudo responderle, dio la media vuelta y volvió a practicar lo que debía, aunque Viktor podía notar que estaba desconcentrado y más de una vez volteaba a mirar al kazajo.

Adorable. Le alegraba ver al rubio tan calmado gracias a ese chico.

Aunque no podía decir lo mismo sobre él.

A veces, Yuuri lo atrapaba mirándolo, o a veces él notaba que el japonés lo miraba. Se quedaban por largos segundos observando al otro, como si fuera la primera o última vez que se verían, pero siempre era Yuuri el primero en desviar la mirada. Con una sonrisa tímida, y se alejaba hacia a un lado de la pista, lo miraba de reojo, y al notar que Viktor lo descubría, su rostro se teñía de un suave sonrojo.

¿Era lo que creía o su mente se estaba haciendo mucha ilusiones?

Ilusiones, seguramente, y eran las mismas que se iban cuando intentaba ayudar al japonés. Le pedía que visualizara al objeto de su deseo, quien le provocaba esas sensaciones de placer y perdición, y odiaba cada vez que Yuuri repetía el nombre de Masao.

Esa sonrisa... Esa mirada enamorada e inocente de Yuuri cada vez que pensaba en su novio, como decía el nombre del otro japones; como si fuese la canción o el poema más bello que pudiera decir, clavaba mil puñales en el pecho de Viktor, pero mientras más tiempo pasaba, más se acostumbraba a la idea de que el japonés no era suyo.

Pero eso no impedía que detestara a Masao. Y que quisiera esa adoración que Yuuri tenía por ese hombre que, con suerte, había visto un o dos veces. Pero, saber que existía, que estaba cerca se su japonés, le molestaba demasiado.

—Yuuri, ¿te ayudo? —preguntó Viktor, pero el japonés sólo negó, tomó un poco de aire, y siguió.

Tan terco. No recordaba su fuese así.

Viktor se apoyó a un lado de la pista, contra la baranda y con los brazos en jarra viendo al japonés patinar y bailar. Tenía la coreografía completamente lista, pero seguía fallando un poco en los saltos, y mucho más en transmitir lo que sentía. Yurio tenía razón, era de lo peor con Eros.

Al pasar de los añosWhere stories live. Discover now