Juntos

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¿Qué importaba si el resto de los clientes estaban mirando y hablando? No, no le importaba, sólo esa emoción que recorría su cuerpo por completo, una felicidad que quiso transmitir en ese simple y emocionado beso.

Aunque era un beso pequeño, su corazón se disparó con la emoción cuando Yuuri correspondió a su pequeño beso, cuando estiró los labios contra los suyo y fue suficiente para pensar que todo estaba siendo un sueño. Quería tener tan cerca al japones, envolver en sus brazos y asegurarse de que estaba ahí, con él, que no iba a desaparecer cuando abriera sus ojos tal como le sucedía muchas veces en sus sueños.

Viktor se separó del japonés, con una sonrisa en los labios y balbuceando al no saber que había sucedido, casi olvidando el lugar en el que estaban y cómo habían llegado a esa situación, los sentimientos que recorrieron su cuerpo nublaron su pensar y estaba bastante bien de esa forma. El rostro de Yuuri estaban tan sonrojado, pero a los ojos de Viktor se veía más que adorable, y aquella sonrisa que llevaba... ¿Por qué era tan dulce? ¿Qué estaba intentando transmitirle?

—Yuuri, Yuuri... ¿Qué? —Tomó el rostro ajeno entre su mano sana, no podía desaparecer la sonrisa de sus labios —. ¿Esto es real? ¿De verdad... sientes eso por mi? Dime que no estoy soñando ni me golpee la cabeza con la caída, porque si es eso-

El japones lo besó, deteniendo su balbuceo.

Cuando se alejó, Yuuri rió, enternecido; los ojos de Viktor brillaban como los de un niño, y aunque se notaba nervioso, temiendo de que hubiera escuchado mal y todo haya sido algo producto de su imaginación, a Yuuri no le importó volver a repetirlo.

Después de todo, también estaba tan emocionado como el ruso, y quería repetir lo que sentí una y mil veces.

—Es real —dijo —, es real, tu... me gustas mucho, Viktor... ¿sientes lo mismo por mi?

Tan inocente.

Quería abrazarlo. Había esperado tanto tiempo por escuchar esas palabras, tanto que no creyó que algún día fueran ciertas, pero lo eran. Quería estrechar al japonés, pero la mesa entre ellos era un gran impedimento, y un brazo inmóvil también.

Tomó una mano del japonés entre la suya, las estrechó, besó su dorso y dejó salir las palabras que tanto había estado guardando.

—Me gustas mucho, Yuuri —sonrió, logró encantar un poco más al japonés —. Me gustas... Me gustas desde el primer día en que te vi.

Incluso si Yuuri no comprendía completamente a lo que se refería, ver su sonrisa y aquel brillo en sus ojos era suficiente. Viktor pensó que ese momento, esa realidad en la que vivía, era la mejor. 

Al fin se sentía cómodo con su vida.

—Señores, disculpen...—ambos voltearon la mirada hacia la empleada del local. Traía una bandeja en mano claramente para algún otro cliente, pero en la otra una libreta abierta y miraba a Viktor con el rostro levemente sonroja—. Los felicito mucho por su relación, pero... ¿Podría tener un autógrafo suyo?

Viktor siquiera dudó en sonreír y aceptar; estaba feliz, podrían pedirle saltar desde un puente y el se negaría para quedarse junto a Yuuri. Pero, mientras Viktor firmaba y hablaba un poco con la chica, Yuuri solo podía pensar y repetir miles de veces una simple palabra que la empleada había soltado sin más. 

"Relación"... Él y Viktor, juntos, como una pareja. 

Y ya que lo pensaba, no era la primera vez que alguien pensaba que ellos eran pareja, incluso antes de que confesaran ambos lo que sentían.

Cuando otros tiempo atrás habían insinuado una relacion entre él y Masao, se había sentido un poco incómodo, inseguro, a pesar de que de una u otra forma acabaron por envolverse en una relación sentimental, aquella sensación de incomodidad que tuvo la primera vez nunca la pudo evitar. Con Viktor... Con él se sentía completamente diferente.

Al pasar de los añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora