Ahora

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Los labios chocaron entre si, sin la necesidad de tomar un poco de aire antes de envolverse y saborear los ajenos. El sabor, el olor a alcohol que los envolvía creaba a su alrededor una sensación de estar dando vueltas y vueltas. 

Los ojos nublados y las manos temblorosas eran parte de ambos, de casi todos los movimientos que habían comenzando siendo torpes, pero que poco a poco fueron volviéndose más osados, más hostiles, más necesitados. Tocando, sintiendo y conociendo como se sentía la piel ajena bajo sus dedos. Si, era una sensación que no podía describirse.

 Como un sueño, uno del cual Viktor no estaba seguro si era solo una ilusión o no. El alcohol en su cuerpo no le provocaba un sentimiento de no estar despierto, al contrario, podía decir que sus manos estaban tocando algo que existía, que desea y quería. Pero, aquel miedo de no ser así no abandonaba su cuerpo. ¿Era solo un cruel juego de su mente? ¿La forma de consolarse a si mismo antes de tener que dejar a Yuuri? Tal vez si, era eso, pero ilusión o no; estaba más que dispuesto a disfrutar del último momento.

Se separó del cuerpo de Yuuri, escuchó una queja suya suave y baja. Viktor tocó su vientre, levantó la camisa con una mancha de vino en el costado, y se deleitó con el suspiro tembloroso que Yuuri dio. Sus manos estaban frías, pero ¿qué importaba? El contraste entre el calor del cuerpo del japonés y sus manos era simplemente maravilloso. 

—Viktor...

El ruso sonrió, un escalofrío de emoción recorrió su cuerpo al escuchar su nombre desde los labios ajenos, y se deleitó con el deseo que creció palpitante en su pecho. Aquel mismo deseo que pudo ver en los nublados ojos de Yuuri.

Había soñado muchas veces con tocar a Yuuri, saber cómo se sentía su piel bajo su tacto, y era mucho mejor de lo que había imaginado. Cálido y suave, y tocar provocaba oír suaves y dulces sonidos desde los labios de Yuuri. Lo amaba, lo amaba demasiado, y temía que sus pensamientos volcaran sus sentimientos a unos más pesimistas, recordandole que tal vez no volvería a ver a Yuuri en esa forma. En ese estado, llamándole con esa voz dulce, y dejando ver que sentía por él todo lo que siempre soñó.

No. Alejó esos pensamientos y solo se concentró en los cálidos y agradables que palpitaban contra su pecho. Esos eran más que suficiente.

Besó los labios del japones, le susurró promesas que no importaba si en ese momentos las cumplía o no. Su cuello, dejando marcas que quería asegurarse se quedaran ahí por días y tanto él como el japonés lo recordaran. Sus manos quitaron la ropa que estorbaba, al mismo tiempo que dejaba a sus labios probar el sabor y calor de la piel de su japonés, y sentir como las manos de este se aferraban a la camisa que llevaba, o se enredaban en su cabello sin preocuparle si tiraba o no.

Un poco de dolor no era nada. 

El roce de sus labios, el de sus cuerpos desesperados por sentirse aun más allá de lo carnal. Viktor no se había dado cuenta en qué momento sus manos habían acabado de desvestir a Yuuri, estuvo tan concentrado en solo tocar y sentir que no supo cuando la ropa había desaparecido. Tampoco cuando la suya había desaparecido, pero recordaba haberse separado un momento para quitarse la camisa, y en el mismo momento, las manos de Yuuri recorriendo su torso.  

Se habían quedado mirando por unos segundos, fijamente, mientras las manos del ruso recorrían desde la pelvis del japonés hasta más allá. Tocando sus piernas, separandolas y posicionándose entre ellas. Todo siempre sin perder la mirada de la ajena. 

Solo necesitaba mantener sus ojos en los de Yuuri en todo momento, solo eso necesitaba.

Solo necesitaba recordarlo.

Al pasar de los añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora