Ven

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Viktor ya comenzaba a preguntarse si es que el mundo tenía algo contra él.

Volvía a ver a Yuuri y este no le recordaba ni tenía novio. Olga enfermaba, se estaba sintiendo como un viejo padre al estar preocupado por la relación de Yurio y Otabek, y Makkachin había terminado de destrozar uno de sus pares de zapatos favoritos.

Bueno, tal vez Makkachin pensaban que eran feos, así que no podía reclamarle nada.

Cuando la llamada interrumpió la poca calma del recinto, ya estaba creyendo una vez más que eran malas noticias, como siempre ocurría y ya estaba bastante resignado a estar en paz.

Pero se equivocó.

Ver el nombre de Levka en su teléfono le provocó una mala sensación, hasta temió que algo malo ocurriera a él o a Olga, pero cuando respondió la voz del médico estaba extrañamente relajada... Estaba feliz, y le saludó con ánimo.

—¡Vitya! —lo llamó. Ah, hace tiempo que Viktor no escuchaba esa forma cariñosa de llamarlo desde los labios de Levka.

—¿Qué sucede, Levka? —preguntó con temor —. ¿Le sucedió algo a Olga?

Escuchar reír a Levka al otro lado del teléfono aumentó su confusión. Había visto al médico bastante agotado en la mañana, y en ese momento su voz se escuchaba como si hubiera bebido un litro de café.

Ella esta bien, te tengo la buena noticia de que su condición está estable; ha hablado mucho conmigo y con las enfermeras, ¡e incluso comió! Es una muy buena señal.

Viktor podía quedarse más tranquilo. Con Olga bien, tenía una preocupación menos en la lista, y al fin podría centrarse en la rutina que iba a presentar para el GPF. Aún así, no sabía del todo porque Levka lo había llamado así de la nada.

—Gracias por avisarme, Lev, ¿tienes que volver al trabajo, no?

De hecho, quería pedirte algo —Viktor escuchó un largo silencio en el teléfono, miró a Chris mientras esperaba, y se centro cuando escuchó al otro ruso suspirar —. Estoy libre en la noche, ¿quieres cenar conmigo?

Siquiera tuvo que pensarlo mucho. Con una sonrisa aceptó y acordó una hora para comer con Levka luego de su practica. Chris miraba al ruso con duda, con una sonrisa algo cómplice al notar el rostro casi de felicidad del otro. Como amigo, le gustaba ver a Viktor hacer planes para salir y distraerse con alguien y no sumirse en la soledad tan acostumbrada que tenía.

Cuando colgó el teléfono miró por un breve momento hacia donde estaba el par de japonés. Yuuri seguía entre los brazos de Masao, pero su mirada estaba posada en él. Masao le murmuraba cosas al oído, de vez en cuando Yuuri le respondía o reía de las cosas que decía, pero nada más que eso, sus ojos seguían posados en Viktor.

¿Por qué lo estaba mirando? No debía, no, no quería ver el rostro del japonés en ese momento. No quería hacerse ilusiones con la mirada de anhelo de Yuuri.

—Hey, Viktor —llamó Chris —. ¿Con quién vas a salir? ¿Es guapo?

Viktor rió. Agradeció que Chris estuviera ahí, distrayendo su atención de la escena acaramelada a sus espaldas.

—¿Qué te hace pensar que te diré? Es un secreto~... —Miró el teléfono casi con amor —. Y si, es guapo.

Chris silbó un poco, y de reojo miró al patinador japonés a su espalda, luego miró a Viktor, y frunció el ceño preguntándose que sucedía entre esos dos. Era extraño, jamás había visto ceder a Viktor con tanta facilidad.

O realmente le habían cambiado al ruso por otro igual, o había aceptado la realidad y comenzó a comportarse como un adulto comprensivo.

Y no le gustaba nada.

Al pasar de los añosWhere stories live. Discover now