Yo

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El ambiente era bueno, y el día estaba acompañando la ocasión.

Todos los invitados estaban dentro del recinto, y los que iban llegando tarde, se apresuraban a saludar al novio y entrar al lugar, que no era una capilla ni Iglesia, los novios habían escogido algo simple, que la unión por ley era suficiente para ellos.

Rosas en todos lugares, música suave y murmullos en la zona principal donde la boda iba a celebrarse, y más allá de ahí, en uno de los cuartos, el otro novio que aún no estaba listo, y los compañeros que tenía que esperaban pacientes a que terminara.

Viktor no podía controlarse, estaba conmocionado, casi podía decir que estaba por echarse a llorar de sólo ver la imagen frente a él. Yuuri se veía hermoso... mirándose al espejo y acomodando la rosa en su traje, y cuando el japonés volteaba a ver a Viktor y como sus ojos brillaban por las lágrimas, no podía hacer más que dar un suspiro.

— Viktor... — murmuró el japonés con seriedad — . Sabías que esto iba a suceder...

— No creí que tan pronto...

— Han pasado tres meses, Viktor, y tu ayudaste en todo.

— Aún así...

Yuuri suspiro, el ruso no tenía remedio, y tampoco comprendía porque estaba tan sensible con toda la situación, no sabía como manejarlo.

Había sido una planificación rápida, pero ese día se había escogido para la boda, y Viktor siquiera había dudado en ayudar.

— ¿Ya está en modo dramático, no? — murmuró una voz, y ambos fijaron la mirada en la otra persona.

Yuuri suspiro, casi aliviado de ver a Levka al fin salir del baño, pero en cuanto el doctor salió, Viktor se acercó a él y lo abrazó con lágrimas en los ojos, como un niño pequeño en un ataque de llanto imparable.

— ¡Aún no puedo creer que te vayas a casar, Levka! — exclamó — . ¿Cómo quieres que no llore? Si soy tu padrino, y ya que nadie llora aquí...

— Viktor, por favor, no soy tu hijo como para que armes esta escena — Levka suspiró, y mirando al japonés le pidió ayuda para quitarse al otro ruso de encima.

No se imaginó que Viktor iba a estar tan sensible cuando le entregó la invitación para su boda... Había sonreído, ¿no? El patinador le había dicho que esa noticia fue lo único bueno antes de enterarse de lo de Olga.

Pero ahí estaba, como un niño hiperactivo reclamándole a Yuuri que no estaba listo para ver al amigo de su infancia casarse así como así.

Amigo de la infancia... Así habían decidido llamarse el uno al otro, dejar en el pasado lo que hubo entre ellos y centrarse en lo que siempre habían parecido; amigos, y como tal, Levka no quería a nadie más como su padrino.

Aunque tuvieron que viajar a Francia para realizar la boda, nadie parecía molesto, y en ese primer trimestre pasado, incluso logró conocer un poco más al japonés.

Aún Levka no estaba seguro de confiar completamente en Yuuri, pero podía ver bien lo que el japonés sentía por Viktor, y con todo lo que había cuidado al patinador durante ese tiempo, era suficiente para él como para pedirle que también fuera su otro padrino.

— Calmate, Levka ya tiene que salir... — pidió el japonés — . Eres el padrino, Viktor, padrino y testigo, no puedes salir con lágrimas en los ojos.

— Si va a estar con esa cara de berrinche, prefiero que no salga — bromeó Levka, y miró al japonés — . Contigo de padrino y testigo es suficiente, Viktor puede-

Al pasar de los añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora