Stay close to me

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¿Te quedarás siempre a mi lado?

Si, Yuuri, me quedaré siempre a tu lado.

El pequeño japonés le sonrió, a él, en un cuerpo de edad actual. Hace tiempo que no tenía un sueño con Yuuri, siempre soñaba con las memorias que tenía de pequeño; con buenos o malos momentos, pero esta vez, estaba él hablando frente al niño que le dio algo de calor a su invierno.

Viktor se inclinó a la altura del pequeño, estiró sus brazos e inmediatamente el pequeño recuerdo de seis años le abrazó, con una sonrisa que seguía encantadole y atesoraba como lo más importante en su vida.

Se sentía real. Se sentía tan cálido y real, y no quería soltarlo nunca, quería conservar esa sensación tan cómoda que sentía en ese momento.

Pero, sabía que en algún momento el sueño iba a terminar.

Con cuidado separó al niño de él, besó su frente, y le miró con lágrimas cayendo desde sus ojos. No podía detenerlas.

—Yuuri, yo jamás me iré de tu lado.

—¿Lo prometes? —preguntó el pequeño con esperanza en su mirada. Viktor le sonrió.

—Lo prometo. Incluso si tu te vas de mi lado, yo ya no lo haré más...

Esa mañana, la misma mañana en que Masao se propuso a Yuuri, Viktor despertó llorando.

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El silencio y las ansias eran desesperantes.

La mirada de Yuuri estaba fija en los ojos de Viktor, como buscando una razón para su decisión. ¿Qué debía hacer? No entendía porque Yuuri lo miraba tanto, porque estaba dudando y porque, era él en quien estaba buscando respuesta.

¿Qué debía hacer? ¿Debía darle alas a esa relación, o darse algo de esperanza? Seguir pensando en sí mismo, o pensar en alguien más... Ser egoísta o ser un buen ejemplo a seguir. Todo era más fácil cuando sólo tenía los planes para ir en busca de su japonés, pero ya no tenía vuelta atrás.

Con todo el dolor que su pecho había estado acumulando, respiró, calmó sus propios sentimientos, y le sonrió a Yuuri. Lo alentó, y con la mirada y esa sonrisa comprensiva, señaló al otro japonés que seguía de rodillas.

Yuuri pareció decepcionado, pero no dijo más.

Masao, esto... Es demasiado sorpresivo —comentó Yuuri y suspiró —. Y en este lugar...

—¿Es un lugar importante para ti, no? Además estaba muy emocionado, no podía esperar más —dijo Masao —. El hielo es tu vida, estar aquí lo es, y yo quiero ser parte de esta vida proponiéndome aquí. ¿Qué dices, Yuuri? ¿Te casarías conmigo?

La expresión de Yuuri se volvió algo amarga. Miró otra vez a Viktor, los ojos buscando aún una esperanza, una palabra, algo que le dijera que hacer, que Viktor lo ayudara, pero la sonrisa del ruso seguía intacta, firme y sólo asintió.  Yuuri volvió la mirada hacia el japonés. Tomó un poco de aire, y luego respondió.

—Yo, bueno... ¿si?

Masao se levantó de un golpe y con una sonrisa. Tomó la mano de Yuuri y deslizó el anillo por su dedo, con un beso en los labios del japonés que fue acompañado por los aplausos y felicitaciones de algunos.

Al pasar de los añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora