Capítulo 24. Las voces de Caspian

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Otro pedazo de papel terminó por convertirse en una bola de papel en el suelo del salón. Edmund deseaba salir de ese lugar tanto como anhelaba un vaso con agua. Llevaban más de cuatro horas allá adentro y nada parecía mejorar.

—Los números no encajan Caspian, ni juntando todas las joyas de la corona podríamos pagar la deuda con Carlomen—determinó Edmund desde el viejo escritorio que estaba lleno de monedas de oro y plata.

Caspian cerró un puño y lo llevó hacia su frente. Por más que escarbara entre las minas de oro del castillo, estas ya estaban vacías.

Edmund y el rey de Narnia intentaban hayar un milagro entre el oro y la plata, que pudiese salvarlos de su guerra con Carlomen. Pero sin dudas nada de eso sería posible. La realeza de Narnia estaba en quiebra total, ni las joyas más caras del tesoro real servirían para pagar la suma solicitada por los extranjeros.

—Tú no entiendes Edmund—dijo Caspian con estrés—. ¡Necesito el dinero!. Necesito conseguir mínimo un poco más de lo que tenemos para financiar la guerra que tendremos.

—¡Ya sé que necesitas el dinero Caspian!—explotó en gritos el rey de antaño—. Pero las cifras son claras!. Si pides otro préstamo al extranjero sólo tendrás otra guerra en puerta.

—¿De dónde puedo sacar el dinero?—se preguntó en voz alta Caspian, caminando de un lado al otro en el gran salón.

—Si ganamos la guerra contra Carlomen no sólo podrás ganar la libertad de Narnia sino que incluso al ellos no tener heredero alguno podrás reclamar el trono como conquistador. Entonces, sólo así, sus riquezas serán tuyas.

—Pero ellos ya nombraron a un nuevo rey—dijo Caspian, que aunque a su ambición le gustase el plan de Edmund, sabía bien que era una oportunidad casi imposible debido a su actual estado financiero.

—Nadie dijo que fuera sencillo—admitió el rey de antaño—. Entonces sólo concéntrate en ganar la guerra.

—Pero ni siquiera tenemos suficientes soldados, ni comida para el pueblo, ni siquiera tenemos dinero para comprar más cañones o armas—Caspian parecía un animal nervioso al cual se le suelta por primera vez lejos de su jaula.

Años atrás Caspian había estado en su jaula de oro, pero es entonces, en momentos donde debes salir al exterior y sobrevivir, donde la verdadera fuerza se mide.

Edmund no aguantó más. Sin temor a recibir reclamo alguno, se levantó de un solo movimiento de su silla y dijo sus últimas palabras.

—En ese caso, será mejor que vayas pensando qué flores querrás en tu tumba—dijo el rey Edmund y salió de la habitación, dejando a Caspian en un total silencio.

Pero Caspian no se quedaría así, esa noche escribió con tinta el primer decreto real que soltaría una cadena de tortura para el pueblo de Narnia.

Pero Caspian no se quedaría así, esa noche escribió con tinta el primer decreto real que soltaría una cadena de tortura para el pueblo de Narnia

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𝑵𝑨𝑹𝑵𝑰𝑨: 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒅𝒂 𝑫𝒆 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍✰︎ೃ °➫𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora