Capítulo 45. Deseos

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Edmund la tomó de la mano, llevándola de nuevo hacia la fiesta, y podría ser que el salón estuviese lleno de gente pero a partir de aquel beso, para los dos era como estar en un mundo en donde los únicos habitantes eran ellos.

Y ahí estaba todo el mundo fingiendo sonrisas, la única sonrisa genuina era la que el rey Edmund lograba sacar en los labios de ella.
La fiesta estaba en su pleno apogeo, el baile continuaba y las charolas de comida comenzaban a quedarse vacías. Podría estar la música tan alta que Alison no lograba comunicarse con él, pero no necesitaba palabras para pasarle notas con la pura mirada.

Esa noche las estrellas brillaron de diferente forma, más fuertes y radiantes que nunca, los jóvenes reyes permanecieron en la fiesta compartiendo risas, sonrisas y charlas.

Sin embargo en todo cuento de hadas el reloj marca las doce, y fue así como Alison decidió retirarse a descansar. Edmund como todo bien caballero le acompañó hasta sus aposentos. Ella se pasó todo el camino ruborizándose de las mejillas y él llevándose la mano al cuello, lleno de nerviosismo, conforme se adentraban más a los solitarios pasillos del castillo, la música del salón se volvía más y más lejana, desembocando en los jóvenes la sensación de privacidad.

Fue así como llegaron hasta la habitación de Alison.

—Ha sido una noche maravillosa—admitió tímidamente Alison mientras se pasaba un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Maravillosa has estado tú, eres la mujer mas brillante que conozco, serás la mejor reina que Narnia ha tenido, y un día más estrellas se alinearán en tu nombre, y los hombres y bestias te recordarán en sus relatos de heroísmo y leyenda, y hasta los reyes te recordarán Alison, o por lo menos yo siempre te llevaré en mi corazón—las pupilas de Edmund se dilataban al ver los ojos de la joven reina—. Y antes de que digas algo espero que te haya gustado tu leyenda; "La Brillante".

—Todo en este día ha sido más que perfecto—Alison se perdía cada vez más entre los ojos y los labios del rey, pero éste seguía aferrándose a hablar cada vez más rápido.

—Yo te he puesto ese título, ¿sabes?—Edmund no dejaba de revolverse el cabello tratando de calmar los nervios que le provocaba el estar a solas con ella—. Para mí eres brillante Alison como una estrella, como un ángel, que hace que la esperanza brille en cada uno de los narnianos, tú manera de hablar y de pensar es brillante, inteligente y sabes también considero que...

El joven rey estaba terriblemente nervioso, comenzaba a hablar cada vez más rápido y sin lograr sentido alguno, no tenía ni la más remota idea de lo difícil que sería hablar con una chica, pero ahí estaba Edmund Pevensie el atractivo rey de Narnia que había derrotado a cientos de ejércitos y vencido a mil dragones, agarrandose el cuello, muriéndose de nervios por hablar con la mujer de su vida.

—Sólo sé Alison O'Brien que eres...

Tras sonreírle, Alison se lanzó a los brazos de él, interrumpiéndole su hablar al robarle un tierno beso en los labios. Edmund se quedó congelado, había sido tan rápido que no lo había visto venir, se había quedado con los ojos abiertos durante el beso pero con el corazón latiéndole a mil, mientras que Alison disfrutaba cada sabor de los labios del rey, se veía tan guapo con aquel bendito antifaz negro. Al terminar de besarlo se quedaron abrazados. Aquel beso era la última inyección de energía que el rey necesitaba para volver a recobrar esa fuerza y actitud tan engatusadora que tenía.

𝑵𝑨𝑹𝑵𝑰𝑨: 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒅𝒂 𝑫𝒆 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍✰︎ೃ °➫𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂Where stories live. Discover now