Capítulo 44. La coronación

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Su reflejo no parecía el mismo.
Con aquella larga y pesada capa roja, y aquel vestido hecho de fino hilo de oro... Ya no era la misma.

Alison O'Brien había cambiado, ya no era la temerosa niña que no sabía cómo sostener una espada, ya no era aquella fácil de asesinar, de mandar y dominar. La vida la había transformado, la había hecho crecer y madurar, las pruebas más difíciles están destinadas a las personas más fuertes, y Alison lo sabía bien.

El espejo reflejaba a una mujer fuerte, una reina sin corona, y a una guerrera sin espada, porque no es necesario tener corona para liderear, ni espada para luchar, lo que basta es creer lo que somos.

—Vaya, que hermosa estas—dijo Lucy asomándose por el marco del portón de madera.

Alison sonrío apenada y la miró por el reflejo del espejo.

—No más hermosa que tú—le dijo la joven a la reina.

Lucy sonrió de oreja a oreja, Alison se sintió especial por un momento, por haber logrado sacar aquel noble gesto en la reina que había estado viviendo entre cuevas de penumbras y desiertos de mentiras.

—Quiero decirte que... —Lucy caminó hasta ponerse frente a la chica para poder tomarla de las manos—. La corona que te den hoy no es más que un pedazo de metal, puede romperse, pero lo que nunca se debe de romper en ti es lo que realmente representa, el cual sin importar que traigas o no una corona siempre será digno para que lleves la cabeza en alto, el representar y el amar a tu pueblo.

—Jamás lo olvidaré Lucy, gracias—Alison le dedicó una última sonrisa.

Fue así como ambas salieron rumbo al salón principal del trono, el momento había llegado.
Alison atravesaba los largos pasillos del castillo de Beruna, el sol entraba por los arcos de piedra iluminando el andar de la próxima reina de Narnia, cuyos pasos resonaban como el eco de tambores de guerra. El pueblo entero se había reunido a las afueras del castillo y todos gritaban alabanzas hacia su nueva reina.

—¡Larga vida a la reina Alison!—coreaba enardecido el pueblo, al compás del mover de sus banderines—. ¡Viva la reina!.

Era el sentir de un orgullo pero no de poder ser su reina sino de ser parte de ellos, de ser parte de Narnia. Alison levantó la cabeza mostrando una regia y amable sonrisa a cada mozo que le dedicaba reverencias.

Finalmente estaba ahí, el portón del salón de trono cerrado aguardaron por su gran entrada, Alison cerró los ojos, un miedo la recorrió por uno segundos, el imaginar del entrar de Peter y Caspian en la corte, el sentir una daga atravesando su corazón... Su vida estaba a punto de cambiar Alison debía de tomar la decisión de que clase de reina quería ser.

Las manos le temblaban y sudaban, cual relámpagos el fantasma de Peter la perseguía, podía escuchar cada insulto de Caspian golpeando las paredes de su cráneo, siempre serían unos parásitos en su cuerpo, consumiéndola por dentro...

De golpe las puertas del enorme salón se abrieron de par en par, revelando a toda una audiencia de nobles provenientes de las tierras vecinas a Narnia, militares, príncipes herederos, princesas y cortesanos, todos reunidos para el presenciar del surgir de una reina.

Pero ¿Dónde estaba él?...

Ahí estaba él. Edmund Pevensie, situado a la derecha del trono de hierro, tan guapo como siempre, vestido de elegante tela negra y verde esmeralda, con la corona de plata puesta entre su rebelde cabello negro, que le hacía resaltar las pequeñas pecas de su rostro así como cada uno de sus afilados y dominantes rasgos, sin importar la distancia a la que estaba de ella, sus profundos ojos oscuros la consumían por completo, era él, Edmund Pevensie un hombre digno de ser llamado rey.

𝑵𝑨𝑹𝑵𝑰𝑨: 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒅𝒂 𝑫𝒆 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍✰︎ೃ °➫𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂Where stories live. Discover now