Capítulo 30. Confusiones y rituales

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Tenía ya mucho tiempo atrás en el que Alison había sentido calor en su cuerpo, había perdido ya el correr del tiempo, lo que más deseaba en esos momentos era un reloj que le indicara la hora de su estadía en aquel cuarto de reyes que comenzaba a parecerse más a al cuarto de un loco de un manicomio.

Jamás se había sentido tan débil, sentía que su cuerpo se había convertido en una saco de huesos, su respiración era tan débil y lenta que sentía morir sus pulmones. Con todas sus fuerzas levantó su mano, llevándola desde el colchón de la cama hasta su frente, lentamente evaluó su temperatura, nunca antes había estado tan fría, podría jurar que si seguía así la escarcha comenzaría a propagarse dentro y fuera de ella.

Sin embargo siguió haciéndose de sus fuerzas más recónditas de su alma para lograr ponerse de pie y con ayuda del soporte de algunos muebles poder moverse y andar hacia la puerta. Fue así como entre jadeos de dolor y la vista borrosa, Alison logró salir de la habitación.

—¡Alison!. ¡¿Qué tienes?!—escuchó el grito de su hermano desde el otro lado del pasillo.

El joven Dylan corrió con los brazos extendidos hacia su hermana, pues lucía tan débil que bien sabía que en cualquier momento esta se desplomaría en el piso.

—Dylan—Alison pronunció débilmente su nombre cuando se dejó caer en los brazos de su hermano a mitad del pasillo.

—¡Por Favor!—exclamó Dylan desesperado mientras su mirada recorría el cuerpo de su hermana en busca de alguna herida de sangre—. ¡¿Dime que tienes?!.

—Fueron ellos...

Aquellas letras fueran las últimas emitidas por la joven, cuyos ojos se cerraron completamente para volver a la negrura del mundo que la rodeaba.

Aquellas letras fueran las últimas emitidas por la joven, cuyos ojos se cerraron completamente para volver a la negrura del mundo que la rodeaba

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—¡Esto se está saliendo de control!—gritó con furia el hombre mientras tiraba de un impulso la pequeña mesa de su costado al suelo.

—Tenemos que hacer algo, y rápido—inquirió el otro mordiéndose las uñas de la mano izquierda como si eso lograse resolver sus problemas.

—El ejército es una pequeña bola de nieve, ellos son una avalancha, nos matarán y conquistarán—se refirió el hombre de ojos oscuros mirando la ventana que daba al bosque donde las tropas infinitas del enemigo acampaban.

Aquella mañana fría llegó con un mensaje aún más congelante que el mismísimo clima. Una proclamación de guerra de Carlomen a sólo dos días. Esta vez firmada de puño y letra escarlata del nuevo Tisroc, sin ningún tratado previo, ni mucho menos algún deseo de llegar a un acuerdo para impedirlo.

La furia de los carlomenos había sido desatada, y no era para menos, el rey de Narnia, Caspian décimo había matado a sangre fría, no sólo a su rey sino también al heredero de su trono. Narnia ahora debía de pagar cada gota derramada y eso solo se podía lograr con un acuerdo de sangre y muerte.

𝑵𝑨𝑹𝑵𝑰𝑨: 𝑳𝒂 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒅𝒂 𝑫𝒆 𝑪𝒓𝒊𝒔𝒕𝒂𝒍✰︎ೃ °➫𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂Where stories live. Discover now