Capítulo #3

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Camino a la cafetería nos encontramos a Allan, Lucía, y Eduardo.

—¿Qué ha pasado con tu Romeo? —pregunta Eduardo.

—¿De quién hablas? —pregunto con fastidio.

—No te hagas, el chico que ayer mirabas—dice Eduardo.

— ¿Podrías quitarte de la cabeza esa loca idea de que me gusta ese chico?, ni lo conozco, y que yo sepa para que te guste una persona tienes que conocerla un poco al menos—digo en mi defensa.

—Amor a primera vista, y por lo que me ha dicho Sara, tú lo miras mucho—dice y una sonrisa socarrona se asoma por sus labios.

—Por Dios, yo no creo en nada de eso—digo y pongo los ojos en blanco.

—Bueno, hagamos algo, tú admites que te llama la atención, y yo te cuento algo que me paso un día de éstos.

—Yo que tú admito, de por sí, no sería mentira, además de que el chisme está muy bueno como para que te lo pierdas—dice Sara.

—¿Chisme? —pregunta Lucía.

—Sí, bueno, son dos, pero uno para Sam, y otro para ti—dice con malicia Eduardo.

—Para mí, dime—dice emocionada Lucía.

—Lo que pasa, es que la chica que tengo aquí frente, está coladita desde hace un par de días por un chico nuevo—dice el bocazas de Eduardo.

—Podrían dejar de hablar de eso—digo.

—Mira, es él—dice Sara a Lucía señalando con la mano detrás de mí.

No puede ser. Hasta un ciego pudo haber notado de quién hablábamos. Me quedo inmóvil, mirando hacia el frente.

—No está nada mal—dice Lucía.

—Creo que volvió a ver para acá —dice Eduardo—fueron demasiado obvias.

— ¿Tú crees? —digo en tono sarcástico.

—Ah no fue nada, no creo que se hubiese dado cuenta—dice tranquila Sara.

—Yo creo que sí se dio cuenta —dice Lucía.

— ¿Podrían dejar de hablar de él? —digo molesta.

—No, hasta que lo admitas—dice serio Eduardo.

— ¡Hombre déjala! ¿No ves que no quiere hablar de eso?, no sean tan insistentes, lo único que lograrán es que se enoje, y nadie se la va aguantar luego—dice Allan que se encuentra en la esquina de la mesa con su móvil en las manos.

Al fin alguien con cerebro habló. Allan siempre ha sido un poco aparte, no se mete en nada que no le incumbe, pero siempre está cuando se necesita.

—Ya lo sabía yo, me estaban esperando para almorzar juntos, no debieron—dice Alba mientras se acerca a nuestra mesa.

—Bueno creo que deberíamos almorzar—digo aún molesta.

—Sí, que ya tengo mucha hambre—dice Sara.

Compro mi almuerzo, y cuando voy a la mesa me distraigo hablando con Alba, cuando mi mirada se dirige hacia el frente choco con alguien y mi almuerzo cae por toda su ropa.

After Meeting You.Where stories live. Discover now