Capítulo # 8

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Especial Andrés.

Camino a cualquier pupitre vacío y me siento. Observo a una chica a unos cuantos metros. Me mira coqueta, y una sonrisa juguetona se asoma por sus labios. Le analizo mirándola de arriba a abajo, es muy atractiva.

Le dedico una sonrisa moja bragas como a todas, seguido de un guiño que la deja con la baba afuera de la boca. Siempre provoco eso en las chicas, me divierte.

Pronto llegan los demás, y el profesor empieza su clase.

Busco con la mirada a Samantha, la encuentro hablando o explicando, yo que sé.

Ese chico necesita un babero, se ensuciará con tanta baba que bota...

Ella no se da cuenta de cómo la miran los chicos. Es muy atractiva, pero a la vez muy rara. Cuando la vi por primera vez, no pensé que me fuera a hablar tan fácilmente.

[. . .]

Entro a la casa, mi abuela está sentada viendo televisión, le saludo con la mano, y entro inmediatamente a mi cuarto. Busco mi libro favorito, y empiezo a leer.

Sonará raro, pero leer me relaja.

Recuerdo que la primera persona en darme un libro, fue mi madre. Yo era un chico muy inquieto, y me la pasaba haciendo travesuras. En ese entonces, me gustaban los libros, pero no tanto como ahora.

Cuando lo abrí, me llevé la sorpresa de que estaba escrito en inglés. Mi padre no me dejó cambiarlo, entonces, fueron tantas las ganas de leerlo, que le pedí a mi padre que contratara un profesor de inglés. A mi padre, obviamente le servía que me interesara en idiomas, así que me contrató un maestro, cuando pude leerlo por primera vez, fue uno de los días más felices de mi vida.

Otro niño hubiera preferido dejarlo tirado, pero para mí, los libros son una joya. No soporto tener un libro y no leerlo.

[. . .]

Abro los ojos lentamente, veo que mi cuarto se encuentra completamente a oscuras. Me levanto y me dirijo a la baño, después de salir bañado y sin sueño, tomo las llaves, y salgo de la casa.

Miro el barrio que se encuentra igual que mi cuarto, en completa oscuridad. Veo mi celular, y noto que son las diez de la noche. Empiezo a caminar sin ningún destino, y cuando me doy cuenta, estoy frente a la casa de Samantha. Me quedo de pie mirando la casa.

Noto que la luz de su habitación  está encendida. Miro mi teléfono, y rio pensando en llamarla, pero luego borro rápidamente esa idea. Sigo caminando recto, alejándome del lugar, al rato paro, y me encuentro un pequeño bar.

Apenas entro, veo una mesa alejada de todos, y me siento inmediatamente. Echo un vistazo a todo el lugar. Abro mis ojos como platos cuando me encuentro con el mismísimo Edgar tomando copa tras copa.

—Oye tú, ¿tienes la mayoría de edad para estar aquí? —pregunta un tipo un poco mayor que yo.

—Ni que fuera un crío para estar aquí, mira—le enseño mi tarjeta de identidad— ¿feliz?, o ¿necesitas que te enseñe algo más?

—¿Qué quieres?

—Tráeme una cerveza.

El hombre se va a paso lento y se pierde entre toda la gente.

After Meeting You.Where stories live. Discover now