Capítulo 6

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Tomé su pene y empecé a masturbarlo, sus gemidos me exitaban aún más por lo que liberé el mío yo también.
Cas tenía el ceño fruncido, con los ojos cerrados, una mano estaba apretando una almohada y la otra aruñándome la espalda.
-Hazlo tú -le dije poniendo su mano en mi pene.
Lo tomó y empezó a masturbarme mientras me besaba.
-Cas, quiero tomarte -dije en un susurro sobre su boca.
-No sé qué es eso, Dean.. Pero hazlo -me besó.
-Quiero decir,  que quiero hacerte el amor, Cas, quiero hacerte mío.
-Y yo quiero ser tuyo por fin. Hazlo. Enseñame lo que es el amor.
-Cas.. no sabía lo que era el amor, hasta que comprendí lo que sentía por ti.. -lo besé- eres tú quien debe enseñarme a mi.. -Me miró sorprendido y luego me besó muy suave y muy profundo.
Comencé a besarlo por sus pómulos, por su cuello, por su pecho, por todo su cuerpo.
-Abre las piernas -le dije.
-¿Qué harás?
-Hacerte el amor.. Lo haré lo más cuidadoso que pueda.
Asintió y yo me chupé el dedo índice, le acaricié suavemente el agujero y poco a poco fui introduciendo el dedo.
-Relájate ángel, sino es peor.. -cerró los ojos y asintió.
Fui metiendo y sacando el dedo cada vez más, metí entonces dos dedos y volví a hacerlo despacio al principio, hice movimientos circulares, acostumbrando su ano al intruso. Cas se veía relajado, me acerqué y le dí un suave beso que lo sorprendió, ya que seguía con los ojos cerrados.
Acerqué mi pene a su agujero y metí suavemente la punta y la saqué,  repetí el proceso dos veces y luego lo metí un poco más. Cas frunció un poco el seño pero no dijo nada, por lo que continué más adentro.
-¡Ah! -gritó cuando se la metí de una.
-Lo siento -lo besé- tranquilo, ya fue lo peor.
Se la metía y se la sacaba despacio, para que su cuerpo se acostumbrara a mi, fui haciéndolo cada vez más rápido y sus quejidos pasaron a ser gemidos. Me exitaba ver su cara de placer, pero necesitaba sus ojos.
-Cas.. Cas mírame -dije tomándole la cara con una mano- Te quiero Cas.
-Yo también te quiero, Dean -y se acercó a darme un beso. Bajé el ritmo y me concentré ahora sólo en besarlo, en sentirlo. Su respiración era agitada al igual que la mía, y sentía que iba a desvanecerme con cada toque suyo. Me tocaba en cada parte de mi cuerpo y me clavaba las uñas en la espalda cada vez que lo penetraba con fuerza, lo único que quiero es comerlo a besos, fundirme con él para siempre.
Empecé a subir el ritmo otra vez, penetrándolo más rápido y con más fuerza en cada embestida, su respiración se aceleró más aún y arqueó la espalda.
-Dean..Dean..-decía apenas.
-Sólo siéntelo, déjate llevar ángel.
Sentía que iba a explotar pero quería que él se viniera conmigo, hacerlo a la vez.
-Tócate -le dije.
-¿Qué?
-Mastúrbate. Tócate, Cas.
Se cogió el pene y lo hizo con recelo al principio, pero cuando se dió cuenta de lo que sentía lo hizo más rápido.
Su cara, sus gemidos. Verlo y escucharlo me exitaba como nunca y yo no podía aguantar más.
-¡Dean! -soltó de repente, corriéndose. Al verlo no pude aguantar más y con otra embestida me corrí dentro de él.
-Oh Cas.. joder -no podía casi hablar. Me recosté encima suya y lo besé.
-Dean.. fue.. Dios -me besó con pasión.
-Relaja ángel -sonreí- ¿no estás cansado?
-Demasiado... Pero creo que no podré volver a vivir sin esto -me volvió a besar y yo sonreí en el beso.
-Creo que yo tampoco -le di un casto beso en la punta de la nariz- Pero tenemos todo el tiempo del mundo, porque no pienso perderte nunca -lo besé.  Nunca pensé que llegaría a decir estas cosas, ni mucho menos hacer estas cosas, y menos aún con un ángel.
Salí de él con cuidado mientras lo besaba y sonó un pequeño gruñido en su garganta. Me volví a recostar sobre él y apoyé mi cabeza en su pecho, oyendo los latidos de su corazón y notando cómo se iba relajando su respiración. Me quedé así unos minutos y cuando subí la cabeza para mirarlo, vi cómo dormía, se veía realmente hermoso. Sus mejillas seguían rosas,  se notaba unas gotas de sudor en su frente y su pelo estaba completamente despeinado. Lucía encantador. ¿Cómo pude negar mis sentimientos tanto tiempo?
Me levanté de él y oí cómo se quejó, pero no se despertó. Lo contemplé unos segundos y luego lo cogí en brazos para llevarlo a la cama, me acosté detrás suya y nos tapé con una gran manta. Le acaricié el pelo y pegué mi nariz a su cuello, aspirando su dulce aroma. Me abracé bien a él, pegándole más aún a mi; sentirlo así, los dos completamente desnudos y él viéndose tan bien. ¿Cómo pudo elegirme él justamente a mi? ¿A mi, que no me lo merezco?

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