Es una continuación alternativa de Sobrenatural y más personal sobre Dean y Castiel.
Sam ya hacía un tiempo que se había dado cuenta de los sentimientos de Dean, cosa que éste negaba. Sobra decir que hasta el propio Crowley se había dado cuenta de l...
-¡Ya estoy en casa! -se escuchó a Sam bajando por las escaleras- ¿Dean? -¡En la cocina! -¿Qué haces? -dijo colocando una bolsa sobre la mesa. -Buscar algún caso. Y creo que he encontrado uno; apareció un hombre con la garganta rajada y, cito textualmente: "con una especie de navaja" -¿Y? -¡Una especie de navaja! Seguro que fue una garra o algo así. ¡Hay que averiguarlo! Sam frunció el ceño y se acercó para mirar la noticia. -Dean, ahí pone que ya detuvieron al asesino. -A lo mejor ese tío es inocente. No lo sabemos. -¿Has comido algo? -preguntó pasando de mi. -No, no tengo hambre -dije mientras seguía buscando en el ordenador.
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-¿Y qué tal algo de tarta? -Quizás luego.. -Sam se quedó sorprendido. Dejó la tarta en la mesa y se sentó frente mía. -Dean.. Deberías comer algo. -Ya comeré cuando tenga hambre. ¿Has traído las cervezas? -¿Piensas seguir bebiendo? -lo miré esperando la respuesta- Se me ha olvidado. -Por suerte siempre guardo una botella de alcohol en mi habitación - dije y me levanté.
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-Cómo no.. -susurró.
Volví a la cocina y Sam estaba preparando algo para comer, por lo que volví a sentarme a mirar casos. -¡Aquí no hay nada! -dije después de un largo rato buscando. -¿Por qué no haces otra cosa en vez de sentarte a beber? -¿Como qué? -lo miré. -No sé algo más productivo.. -Bueno, siempre he querido aprender a hacer tarta -dije poniendo la vista de nuevo en el ordenador. -¿Qué? -me miró extrañado. -Nada.. Oye, ¿qué ingredientes tenemos? -¿En serio vas a hacer una tarta? Dean, te compré una antes y ni la miraste. -Tendré que ir a comprar los ingredientes entonces.. -dije tocándome los bolsillos en busca de mis llaves y pasando de mi hermano. -Esto es increíble.. -dijo Sam con una sonrisa incrédula. -Vuelvo enseguida -dije saliendo de la cocina. -¡Como dejes la cocina hecho un desastre te mataré! -¡Cállate! -le grité y salí del búnker.
Nada más subir al coche encendí la radio y empezó a soñar una canción que conozco muy bien. Ángeles, de Elliot Smith.
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