12- malas bromas

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Ese idiota me ha puesto de muy mal humor. Ya verá lo que le espera.
Se supone que soy su novia, ¿no?

Bueno, okey, es de mentira, pero lo soy.

Salgo hecha una furia, gracias a mi inteligencia, pude tomar una llave de su casa, pero antes de llegar a él voy a la cocina y tomo una vasija en donde la lleno de hielo y agua, también un poco de aceite....

—Wao, también podemos agregar este yogurt que lleva dos meses expirado con un olor a putrefacto.

Uf, que asco. No me había dado cuenta que eso tenía tanto tiempo en mi refrigeradora.

—Oh, también sería bueno echarle un poquitín, solo un poquitín de mentol —susurro.

Termino echando el mentol completo, lo cual con una sola porción es suficiente para quemarte. Pero da igual, esa calentura debe bajársele cuanto antes.

Si yo no tengo sexo y respeto esta falsa reacción, ¿por que ellos si pueden hacerlo?

Abro la puerta muy sigilosa de ser descubierta. Camino despacio y escucho los gemidos de esa zo...

No, no diré esa mala palabra, porque ella no tiene culpa.

Sostengo muy bien la vasija, y suspiro acercándome a la puerta, pero no está cerrada y veo lo que están haciendo. Mis pupilas se expanden cuando veo a Thomas moviéndose sobre ella.

¡Pero que asco!, se le ve el culo.

Abro un poco la puerta y miro hacía atrás, debo saber correr sin caerme antes de que me vean.

Thomas la tiene en la pose que creo que le llaman "cuatro", ¡ay que asco!

Apunto hacia él y le lanzó la mezcla, salgo corriendo dejando el cubo allí y llego hasta mi puerta, no dudo en encerrarme y poner todos los seguros, para luego respirar profundo.

Una risa se me escapa y toco mi pecho.

¡Al fin en casa!, uff, que alivio.

Camino con tranquilidad y puedo escuchar los gritos de ellos, pero el ruido que ellos hacen, se puede silenciar con unos auriculares.

Y eso hice, me coloqué mis auriculares y coloqué a Umbrella de Rihanna.

.
.
.

Thomas

Estaba cogiendo muy tranquilamente desde que la estúpida se silenció con aquel idiota. Si ella tenía sexo, pues yo también.

De pronto sentí el golpe de varios hielos y agua encima de mi, volteo a mirar y la veo huyendo, o al menos vi su reflejo.

—¡Ahh, maldición, te odio!, esta si me la pagas.

—Au, esto pica mucho —exclamó mi acompañante yéndose hasta el baño.

Aparte de frío, siento que mi cuerpo se quema por el mento, Pero esto me lo tendrás que pagar al triple, Julia.

Corro hasta el baño y entró a la ducha haciendo a un lado a Clay. No soportaba la pegajosidad de esa cosa blanca que tenía pegado en mi espalda, esta vez Julia se fue al extremo. Sé que fue ella.

—¿Quién diablos hizo esto? ¡Dímelo!

—¡No sé, mierda! ¡Ya déjame en paz!

No tengo paciencia para nadie más, estoy quemándome en el infierno con este maldito mentol. Ahora mi cuerpo se siente grasoso y él jabón no me ayuda en nada, ¿tengo que bañarme con jabón de fregar o qué?

Hasta que la herencia nos separe Where stories live. Discover now