30- Julia

6.9K 708 167
                                    

Capítulo largo para que disfruten. No te olvides de dejar tu voto y comentarios. Sabes que amo leer comentarios y así me ayudan a mejorar o tener más ideales.

Besos. (^v^)



Julia

Amanecí abrazada de él, tan unida como nunca. Pero como siempre, decido correr. Luego de asearme en el otro baño, tomé ropa casual y me vestí. Cuando bajé empecé la preparación del desayuno.
Llevaba un buen rato preparando aquellas tostada de pan con queso, hasta que lo sentí pegado de mi. Thomas se acercó demasiado, y mis nervios salieron a flote.

Le di un codazo alejándolo de mí, y me preguntó sobre mi cambio de humor, ya que ayer estábamos bien, sólo que había recordado que sigo enojada. Yo nunca olvido.

—¿Aún me celas eh? —no respondí— .Lo sé, yo sé que me celas.

Se acercó a mi tomándome del mentón y logrando que yo lo mirase fijamente y me perdiera en esos ojos azules. Tragué un caño de saliva, bajando secamente por mi garganta. Me sentí nerviosa.

—No te celo.

Acercó un poco más su rostro.

—Los esposos que de verdad se llevan bien como aquel trato que hicimos, deben besarse en la mañana.

Su mejilla se roza con la mía hasta detener el roce de nariz a nariz.

—No... creo.

Sonrió acariciando mi piel sobre mi mentón, luego abriendo su mano en mi mejilla. Cerré los ojos esperando que iniciara el beso.

—Te besaré —susurró pero no sucedió porque Ana había llegado tocando el timbre con desespero.

Corrí a abrirle y respiré profundo tratando de controlarme.

—¡Enana! —la abracé al instante y ella correspondió de una manera expresiva.

—¡Zorra! —Así de expresiva me saludó.

—Ven, pasas.

La llevo a la mesa y ella se sorprende de ver a Thomas con su ropa deportiva, la cual consiste en una camiseta azul eléctrico y un sudador negro. Se ve apetecible, obviamente.

—¡Dios, este hombre está para comerse con pan! —susurró y no evité reírme al igual que ella. Thomas nos miró y me sonrojé de ser descubierta riendo.

—Tú eres una idiota. Yo lo veo normal.

—¿Normal? ¡Estás ciega! Ese hombre está riquísimo. Tiene dinero, sabe cocinar, sabe ser idiota y empresario a la vez, puede enamorar con su sonrisa y además tiene un cuerpo de infarto, yo a esta altura le hubiera arrojado mi virginidad.

Le callo la boca poniendo los ojos en blanco por sus intrépidas palabras.

—¡Ya calla esa boca, tonta! Sabes que él no sabe nada.

—Julia, deberías ir al siguiente nivel, para que le des esa virginidad a un pobre inútil que te termine engañando con diez zorras, es mejor dársela a un millonario que al menos puedas sacar ventaja, por si acaso —me golpeé mentalmente con cada palabras de esta pendeja. No puedo creerlo.

—No sucederá eso, no. Yo no ando de vagina caliente.

Ambas nos silenciamos cuando ya él caminaba hacía nosotras;, se sentó a mi frente y me sonríe con amabilidad. Mi piel se tiñe de rojo y es inevitable no ponerme así. Estoy nerviosa, lo admito.

—Thomas, le decía a Julia que ustedes se ven más relajados, como que ya el odio se esfumó —opinó Ana, a lo que este sonríe.

—Yo nunca la he odiado, al contrario —su respuesta me deja impresionada, como si él mismo intentará seducirme a mi.

Hasta que la herencia nos separe Where stories live. Discover now