39- la felicidad se desploma en segundos

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Ha pasado dos meses perfectos al lado de mi esposo, papá sigue bien con Paty, aunque ella me comentó que estuvo a punto de sufrir un infarto y pues eso me puso más al pendiente, lo llevaba siempre al médico y le compraba sus medicamentos. Me enteré que Saúl ya había puesto en claro que le interesaba Litzy, pues él le dió su lugar como su novia. Matt tenía que soportar el hecho de que mi amiga ya no quería nada con él, y pues siguió su vida de mujeriego, y ella va muy en serio con el cubano. No volví a saber de Selma, fue como si la tierra se la tragara, y me preocupaba que ella estuviese mal. Y sobre Josh, me enteré que instaló una pequeño negocio con sus amigos, creo que sobre ventas y envío de artículos en linea.

La vida al lado de Thomas era una montaña rusa llenas de emociones, pues un día estaba feliz, en otro enojada y a veces aburrida, pero Thomas se encargaba de hacerme sentir la mujer que yo soy en realidad. A veces solíamos discutir por cualquier estupidez pero no pasábamos un minutos sin buscarnos el lado.

Decidimos tomamos unas vacaciones en Miami, en donde nos instalamos en un hotel bastante acogedor. La pasamos de maravilla allí, pues estando junto todo era perfecto, él hacía mi mundo perfecto.

Me hizo retomar mi habitual trabajo y pasatiempo, tomando fotos por doquier para luego ayudarme a que esas fotos fuesen apreciada por otras personas.

Un día de los tantos que habían pasado, me encontraba en una galería de arte donde tenía en exhibición parte de mi talento fotográfico y un dolor en el pecho hizo que detuviera mi explicación ante algunas personas que estaban ante mi.

—Lo siento —me excuso intentando parecer normal, pero no lo estoy.

Mi corazón no deja de latir y no es bueno lo que siento. No sabría explicarlo, pero es un mal presentimiento, como si mi felicidad solo tiene segundos contados.

Y justo ahí lo sentí...

Justo ahí sabía que ocurría...

Y justo ahora una llamada de mi padre me alerta...

Thomas...

—¿Papá? ¿Ocurre algo? —pregunto rápidamente alejándome de los demás y yendo hacia una esquina.

—Hija... debes venir rápido, es Thomas... Está...

No logra decirme nada, pero a continuación escucho algo que me da entender todo:

—¿Por qué carajo me mentiste? ¡Necesito a Julia ahora! —Grita Thomas y mi respiración se detiene dejándome sin aire en los pulmones.

Tengo miedo... Bastante. En este momento siento náusea de pensar lo peor e incluso un leve mareo.

—¿Papá?

—Debes venir a casa...

La llamada se corta y sin espera alguna salgo directa a la calle en busca de mi auto que he dejado a una larga distancia estacionado.

No tengo tiempo para esto.
Lo primero que hago es tomar un taxi y darle la dirección, aparte de exigir que me llevara rápido a mi casa.

En el camino no evito morder mis uñas, tengo miedo de esto de que todo se haya a la fregada. ¿Tanto para qué?

¡Oh rayo!... ¿Y si descubrió la verdad?

Estoy jodida... ¡Estoy re-jodida!

Calma Julia, no puede ser tan malo, quizás se haya enojado por otra cosa. ¿Por qué se enojaría? ¿Por qué pediría verme?

¡Dios mío ayúdame!

Tengo tantos minutos suplicando piedad por la paranoia que me traigo que no me doy cuenta que el taxi lleva un rato esperando que pague y me largue. Cuando logro escucharlo lo hago y me salgo corriendo hacía la casa. Me encuentro en la puerta, creo que ahora mismo estoy batallando si pasar o largarme de aquí, porque algo me dice que esto acabará mal si es lo que pienso.

Hasta que la herencia nos separe Where stories live. Discover now