̶C̶a̶p̶í̶t̶u̶l̶o̶ ̶T̶r̶e̶s̶

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Al castaño le tomó más de media hora llegar a su casa. Como su mochila se la había quedado Dallon, Tyler no traía ni un centavo encima y la única opción para llegar a su casa era caminando. Y por supuesto, la distancia era relativamente larga. Mientras sus pies dolían de tanto caminar pensó seriamente en si debió ser buena idea haber tomado la oferta de Josh e irse con él cómodamente en el coche. Aunque luego de habérselo preguntado tantas veces, descartó la idea. Había cero confianza entre los dos y a Tyler aún le preocupaba el tipo de persona que el peliazul sería. Se sentía incluso hasta mal de juzgarlo por su apariencia.

Se prometió hacer un esfuerzo triple por tratarlo bien y enseñarle todo lo que pudiera durante las asesorías.

Entró a su casa y al cerrar la puerta detrás de él se encontró con una pequeña nota pegada en el refrigerador. Era de su madre y en el papel explicaba que llegaría tarde por ver unos asuntos relacionados a su trabajo. Su padre tampoco estaba ni sus hermanos. Tyler sintió un alivio enorme al estar solo en la casa. Significaba más tranquilidad para él y el placer de dormir por un rato sin ser molestado, antes de que llegara Josh a romper su paz interior.

Subió a su habitación y se dejó caer encima de su cama con todo y zapatos. No tardó ni dos minutos en quedarse profundamente dormido.


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El sonido intenso y ruidoso del timbre de su celular logró sacarlo de su tan anhelado sueño. Antes de contestar la llamada, Tyler se frotó los ojos y miró a su reloj de pared. Había dormido por una hora y media y aunque lo agradecía, deseaba haber podido dormir para siempre. Tomó su móvil y un número desconocido lo llamaba. ¿Quién podría ser? No solía contestar a números extraños, pero dada la insistencia de éste (su teléfono había registrado 7 llamadas perdidas del mismo número) decidió tomarla.

—¿Diga?

Baja a abrirme. —Tyler se separó del altavoz, confundido, pero pudo reconocer la voz de Josh al instante.

—Sí, sí, voy. —contestó aún medio adormilado y comenzó a salir de la cama. —espera, ¿cómo conseguiste mi número?

Por ahí... tengo mis contactos. —el peliazul rió al otro lado de la llamada y el castaño gruñó e intentó ocultar que tragó saliva con dificultad.

—Josh...

Ya, ya, bonito. La profesora me lo dio.

—Ugh, no me digas bonito. Solo mi novio puede llamarme así. —dejó la cama y salió de su habitación para bajar las escaleras. Escuchó un resoplido por parte de Josh.

No sabía que tenías novio. Decepcionante. —¿decepcionante? Se preguntó Tyler. ¿Por qué debía serlo?

Colgó la llamada al llegar a la primera planta y asentó su celular en una de las mesitas de cristal de la sala para abrirle la puerta a Josh. Ambos se saludaron de la manera más seca y común posible (más bien, Tyler, pues Josh saludó aún con el mismo entusiasmo de hacía unas horas atrás) y el castaño lo dejó pasar, no sin antes echar una mirada al exterior, específicamente a la calle.

No vio ningún coche estacionado cerca. El más "cerca", si así podría llamarse, era el del vecino y otro más que desconocía pero estaba muy seguro que no le pertenecía a Josh. El teñido no podría estar manejando un coche común y corriente. Tyler estaba muy consciente de no haber visto con claridad las llaves de éste, aunque recordaba con detalle lo lujosas que lucían.

● his hair smells like chocolate ● [joshler] [EDITANDO]Where stories live. Discover now