26. ¿Dónde vamos?

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David ya tenía todo listo para la sorpresa. El viernes a la mañana fue a dejar todo a la cabaña después de dejar a Ella en el colegio. Después, se fue a ensayar unas horas con la banda para la gira, que empezaría en poco tiempo. Sobre las 20:00 llegó al piso de Chenoa. Tocó el timbre y luego la puerta. Chenoa le abrió enseguida.

- David (dándola un beso): hola.

- Chenoa: hola. ¿Qué haces aquí? No habíamos quedado ni nada, ¿no? (avanzaron hasta la sala).

- David: no, no habíamos quedado. De hecho no hemos hablado desde esta mañana (sin dejar de sonreír).

- Chenoa: a ti te pasa algo.

- David: ¿a mi? ¿Por qué?

- Chenoa: algo tramas...

- David (como si no fuera con él): ¿Yooooo? ¿Por qué?

- Chenoa: ¿cómo que por qué? ¿Tú te has visto la cara? Tienes esa sonrisa que pones cuando tramas algo. 

- David: bueno, sí. Tienes razón.

- Chenoa: ¿y qué es?

- David: ahhh. Es sorpresa. Sólo te puedo decir que apagues la tele, te pongas unos zapatos, cojas el móvil y lo que necesites y te vengas conmigo.

- Chenoa: ¿es broma?

- David: ¿Cómo va a ser broma? Es en serio. Corre. Vamooooos.

- Chenoa (riendo): no puede ser... Voy, pero me explicas qué es todo esto luego.

Chenoa cogió el mando de la tele, la apagó y lo dejó otra vez en su sitio. Fue a por su mochilita y metió dentro el móvil. Al terminar de coger todo volvió a la sala, dónde seguía David esperándola.

- David: ¿ya tienes todo?

- Chenoa: sí. ¿Qué pasa?

- David: vamos.

- Chenoa: ¿a dónde?

- David: baja conmigo y verás.

David la agarró de la mano y bajaron en el ascensor hasta abajo. Salieron del portal y llegaron hasta el coche de David. David le abrió la puerta del copiloto para que montara. Luego se puso él en el puesto del conductor.

- Chenoa: ya dime dónde vamos

- David: no puedo porque si te lo digo deja de ser sorpresa. Y como la carretera tiene señales y esas cosas, te voy a tapar los ojos con este pañuelo (lo saca del bolsillo).

- Chenoa: estás loco (riendo).

- David: sí, pero por ti. Date la vuelta para que te lo ponga, va.

Chenoa se giró y David le puso el pañuelo en los ojos. Luego ella volvió a su posición normal.

- David (pasándole la mano por delante): ¿ves algo?

- Chenoa: no sé qué se supone que tengo que estar viendo, pero no, no veo nada.

- David: listo entonces. Ya podemos irnos. Bueno, no aún no. Falta algo importante: el cinturón.

David se acercó y la puso el cinturón. Luego se puso el suyo.

- David: ahora sí, vamos.

David arrancó el coche. Pasados cinco minutos Chenoa volvió a preguntar.

- Chenoa: Daviiid, dime dónde vamos.

- David: qué impaciente eres. Solo han pasado cinco minutos. No hemos ni salido de Madrid aún (rió).

- Chenoa: ¿entonces vamos fuera de Madrid?

- David: sí.

- Chenoa: ¿a dónde?

- David: no te lo puedo decir.

- Chenoa: pero, ¿es muy lejos?

- David: un poquito.

- Chenoa: ¿y me vas a tener todo el tiempo con los ojos tapados?

- David: hasta que lleguemos. Tú escucha la radio y se te pasa rápido.

Pasados otros cinco minutos Chenoa preguntó de nuevo.

- Chenoa: oye, ¿no me puedes dar ni una pista así pequeñita?

- David (riendo): noooo. Ni Ella pregunta tanto en los viajes si hemos llegado o no. Cuanto más lo pienses más largo se te va a hacer.

- Chenoa: vaaaaaale.

Un buen rato después Chenoa notó que David paraba el coche.

- Chenoa: ¿ya hemos llegado?

- David: ya hemos llegado.

- Chenoa: ay, qué bien. ¿Me puedes quitar esto ya?

- David: me vas a matar, pero aún no.

- Chenoa: ¿por qué?

- David: solo un par de minutitos. Me voy a bajar y te ayudo, ¿vale?

David bajó del coche, abrió la puerta del copiloto y ayudó a Chenoa a bajarse. Luego cerró el coche con la llave y la guardó.

- Chenoa: ¿eres consciente de que me voy a matar?

- David: no te vas a matar. Tú confía en mi.

David la ayudó a caminar hasta que llegaron a la puerta de la casa.

- David: vale. Te voy a soltar un momento para abrir la puerta. No te muevas, ¿vale?

- Chenoa: ¿puerta?

- David: sí, puerta.

David sacó la llave del bolsillo y abrió la puerta. Ayudó a Chenoa a entrar dentro y cerró la puerta.

- David: quédate aquí quieta. Voy a hacer una cosita un segundo y ya vuelvo y te quito la venda.

- Chenoa: vale.

David cogió un mechero y encendió las velas que ya estaban puestas en su sitio. Lo dejó en la mesa y volvió donde Chenoa.

- David: ya está.

- Chenoa: ¿no huele a vainilla?

- David: qué olfato...

- Chenoa: hombre, con los ojos tapados se agudiza (rió). Quítame ya la venda, porfi. (con voz de niña pequeña).

- David: si me lo pides así no te puedo decir que no. Deja los ojos cerrados mientras te la quito y los abres cuando te diga, ¿vale?

- Chenoa: vale.

David se colocó detrás de ella y le quitó la venda de los ojos.

- David: cuando cuente tres los abres.

- Chenoa: vale

- David: uno, uno y medio (rió).

- Chenoa: Daviiiiiid.

- David: va, en serio. Uno, dos yyyyyyy tres.


Hasta aquí el capítulo de hoy. Siento dejarlo ahí pero es que no quiero cortar lo de la sorpresa en dos. Quiero daros las gracias a todos por esas más de 10.000 visitas. Muchas gracias por leerme, por votar y por comentar. Empecé la historia porque me apetecía escribir algo sobre ellos y poder compartirlo con otros chebis, pero no me imaginé llegar a esto ni de broma. Espero que os guste el capítulo. Intentaré subir el próximo pronto.

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