CAPÍTULO. 7 "Flores marchitas"

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12 de septiembre del 2015.


Las siguientes casi dos semanas habían transcurrido de manera normal, solía mirar a lo lejos a Beth en los pasillos deambulando de manera distraída, era extraño no estar pegados uno con el otro todo el tiempo, dolía, como si me hubieran arrancado un pedazo de mí. Decidí que hoy era un buen día para hundirme en la miseria y faltar al instituto, ya tenía planeado comprar una pizza y jugar la consola tumbado con un par de cervezas, tan lindo mi día.

Todo era perfecto hasta que me arrepentí de abrir la puerta de mi casa, quise incluso haber ido al instituto.

—Que gusto verte papá, siempre tan oportuno —Alzó las cejas haciéndome a un lado, con desdén observó todo el lugar, era un desastre ya que la señora que hacía la limpieza llegaba hasta dentro de dos días.

—¿Aquí se va el dinero que deposito cada semana?

—Que deposita tu secretaria —Corrijo, me observa con cautela— ¿A qué viniste? Porque dudo que sea a criticar como vivo.

Camina hasta el sofá y me mira, sin llegar a sentarse.

—Vine a hacer la visita de rutina y esto es un lugar de mierda por el que pago mucho dinero, Grayson.

—De verdad odio ese nombre —Me tiro en el pedazo de sofá que no está lleno de basura, debo comprar uno nuevo.

—Tienes una pensión bastante generosa por mi parte, te pago una casa que es casi una mansión para ti solo, tienes un carro deportivo y un apartamento de lujo en New york, manejas una camioneta ostentosa aquí, tu cuenta siempre está llena, irás a una universidad para nada barata, vistes ropa de marca y tienes la ingratitud de recibirme así.

Giro los ojos, el mismo regaño de siempre.

>> Te doy todo lo que siempre quieres, y lo único que haces es pedir más y más.

—Ve al punto papá, no pretendo quitarte más tu valioso tiempo —Apretó los labios.

—No creas que no me enteré de la fiesta a la que asististe y en la cual la policía apareció —Mierda—, y vine personalmente desde New york a decirte que si pierdes la libertad condicional no voy a venir a salvar otra vez tu culo de adolescente inmaduro. Ni siquiera fuiste capaz de volar para la graduación de verónica.

—Estoy harto de que las pongas a ellas por delante de mí.

—Tú solo lo haces, Grayson. Dices siempre que no me preocupo por ti, que nunca estoy, que te abandoné aquí en California pero tal vez no recuerdas que mientras limpiaba tu culo yo leía 800 artículos para mis exámenes, que mientras tú dormías yo me desvelaba para darte una mejor vida, que mientras tú estabas en tus partidos de fútbol yo desde las gradas contestaba las llamadas de los asuntos que llevaba, me fui a New york para que pudieras vivir la vida de lujos que tu madre siempre quería —Me quedé paralizado cuando la mencionó, él nunca lo hacía, respiró profundamente y pude sentir la maldita lágrima que resbaló por mi mejilla— yo solo me aseguraba de que no me abandonaras.

—Papá...

—Años atrás cuando te metiste en ese problema, tú sabes que debiste ir a prisión, y arriesgué toda mi carrera por sacarte de ese lío porque sabía que no sobrevivirías un segundo en la cárcel.

Callé, porque sabía que tenía razón, todos habían ido a prisión, muchos de mis amigos, personas que solo eran obligados de alguna manera igual que yo, y la persona que nos dirigía no había siquiera sido investigado, Edmun fue astuto para escaparse con Rachel antes de que todo explotara, algo que claramente yo no había hecho, y todo había ido peor cuando en la comisaría supieron quien era en realidad y de quién era hijo. Perdimos altas cantidades de dinero, mi padre perdió amistades importantes, pero al ganar mi caso, un caso de su propio hijo, su carrera se impulsó y claramente yo no estaba para nada orgulloso de lo que hice.

>> No pretendo revivir ese año atroz, más bien vengo a decirte que estudiarás la universidad en Rusia, conseguí un buen trato. Y como estás bajo mi mando por el condicionamiento, no lo puedes discutir, así que disfruta tu último año en california.

No dije nada, él tenía nuevamente la razón, las decisiones de mi vida hasta los 25 años estaban bajo la jurisdicción de su voluntad, asintió hacia mí sabiendo que lo había entendido y sin más salió de la casa. Supongo que ya le había dado el bajón de su vida, sin embargo, él no me había dejado cartas para seguir jugando.

Solté todo el aire que no sabía que estaba conteniendo, estaba arruinado.

(=)

Toco la puerta, ahora sé lo que se sintió que no le abriera la puerta a Beth aquel día. Maldigo en voz baja cuando la puerta se abre y una Bethany en pijama, con el cabello revuelto y las mejillas sonrojadas al igual que su nariz se asoma, al principio sólo me observa y luego frunce el ceño antes de recargarse en la puerta.

La platica el día anterior me había dejado con una cabeza revuelta, en pocos meses tendría que despedirme de Bethany, de Ed, de unos pocos amigos que tenía por ahí, y yo no estaba preparado para ello todavía. Le entrego el ramo de rosas, un arreglo bastante sencillo ya que sé que no disfruta de las cosas ostentosas, las toma con cautela antes de olerlas y sonreír brevemente.

Me deja pasar y me hace sentarme en el sofá para luego sentarse a un lado, me observa esperando que diga algo y así lo hago.

—Lo siento tanto Beth, no sé lo que me sucedió, yo solo me... perdí con lo que dijiste.

Hace una mueca.

—Sé que no ayudó en nada lo que dije, sin embargo, Sawyer, eso no es una excusa para lo que pasó. Tu reacción, ¿Cómo sé que esto no sucederá de nuevo? Sabes lo que vivo con mis padres y ese día se sintió como ser ellos, la angustia, el enojo, todas las emociones juntas, ambos perdimos el control, pero no podemos dejar que pase, porque llegará un momento en el que no sabremos como pararlo y yo no quiero vivir así —Su voz se quiebra, trago en seco ya que detesto verla llorar.

—Te prometo que no pasará de nuevo. Confía en mí.

—Yo siempre confiaré en ti, Sawyer.

—Quiero que lo intentemos, juntos, que seamos una pareja que solo disfruta de la vida. No quiero compartirte, solo los dos para siempre. —La observo con todo ese sentimiento que mantenía oculto dentro de mí, amor le llaman.

Ella suspira antes de tomar mi mano y presionarla entre las suyas.

—Claro que quiero ser tu novia tonto —Se acerca y presiona un beso en mis labios.

—Definitivamente estoy oxidado. —Suelta una carcajada, dice lamentar lo que dijo el idiota de su amigo, le sonrío diciendo que ya todo está olvidado a lo que sonríe antes de colocarse a horcajadas de mí basándome.

Y así es como confirmo que, en efectivo, las reconciliaciones son muy buenas.

Más que Sexo©Where stories live. Discover now