Epílogo.

6.2K 487 69
                                    

13 de septiembre del 2017.

Caminé por el largo pasillo rústico abandonado cubierto por unas cuantas hojas secas de los diversos árboles que se encontraban ahí, sostuve firmemente el arreglo de rosas, sabía que eran tus favoritas, siempre lo supe aunque tú no lo sabías. Suspiré cuando llegué a mi destino, una lápida de piedra cubierta por lo que parecía mármol, un ramo de rosas secas a un lado y unas cuantas hojas de árbol al otro. Me dejé caer frente a ella e hice a un lado las hojas que cubrían su nombre y unas cuantas frases que mandé a poner para ella.

—Bethany... No sé por donde empezar. Sabes que siempre te amé, aún lo hago, no me importa que haya pasado un año desde esa horrible decisión que tomaste, esa decisión en la que con egoísmo, yo te orillé.

>> Te fuiste muy rápido... No te culpo, aunque por mucho tiempo lo hice, no fue fácil, pero creo que ya es hora de decir adiós —Cierro los ojos—, no quiero hacerlo. Me duele, duele mucho. ¿Sabes? Cuando vi tu cuerpo en esa cama, sin vida, sin alma. Fue abrumador, al final le conté todo a mi padre, me abrazó y eso fue muy extraño. Amelia sugirió que fuéramos a una terapia padre e hijo, aceptamos y no sabes como me ayudó, saqué el dolor que me consumía y pronto supe que, aunque yo había tenido mucha culpa sobre lo sucedido, no toda fue mía.

>> Olvidar no es fácil. Pero tampoco puedo fingir que todavía estás aquí porque sería seguir mintiéndome, y no puedo seguir asiéndolo. No es sano, tengo que superarte, tengo que dejarte ir aunque siendo sincero sé que nunca podré hacerlo.—Aprieto los ojos, los mantengo cerrados por mucho tiempo en los que lloro en silencio. Los recuerdos me invaden por más que trato de evitarlos.

>> No quiero olvidarte, y sé que necesito hacer esto, necesito despedirme de ti. Aunque me duela necesito hacerlo, por mi, por ti, tengo que dejar ir tu recuerdo. Pronto me iré a Rusia, y no podía irme sin despedirme de ti, sé que soy un maldito y que digan lo que digan yo fui el culpable de lo que te sucedió. Tal vez no corté tu cuello, pero corté tus alas, tus sueños, tus ganas de vivir y eso es algo que jamás me perdonaré.

>> Te he traído este bonito ramo de rosas, no tan bonitas como tú, pero bueno. Tu amigo Alex se vino a despedir hace unos meses, se fue a México y después a Australia para ayudar a los pobres. Es un buen chico, lo supe demasiado tarde.

>> Tu padre se ha casado y según lo que he visto es feliz, sé que te hubiera gustado estar ahí para él, pero la vida es una mierda a veces —Me levanto y sacudo mis pantalones limpiando mis lágrimas—, adiós Beth. Prometo que nunca olvidaré nada de ti, pero no podré volver aquí en un largo tiempo. Un tiempo que tomaré para superarte, para superar que lo que pasó no fue mi culpa, yo... nunca lo olvidaré. Tu fuiste más que sexo para mi, y aunque no me sirve de nada decírtelo ahorita, tenía que decirlo.

>> Al final sólo fuiste las alas rotas de un alma soñadora, tú fuiste el alma soñadora y yo las alas rotas que te dejaron caer sin piedad.

Cierro los ojos pasando una última vez mis dedos por su lápida, suelto un suspiro y tomo mi chaqueta caminando hacia mi auto. Nunca la olvidaré, porque dicen que las heridas son el recuerdo de alguien y estoy seguro que nunca cerraré esa herida.

Por última vez confirmé ese dicho muy famoso «Valora a las personas cuando las tengas, no cuando las pierdas»

Era la verdad, y yo lo había aprendido demasiado tarde.

Más que Sexo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora