Siénteme: parte XXX

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JiMin se infiltró en la habitación de su hyung media hora antes de que el reloj diera las nueve.


HoSeok estaba callado de eso estaba seguro, como también sabía que lo había visto entrar al cuarto y no dijo nada. Llevaba días de la misma forma desde lo ocurrido con TaeHyung.


Se subió a la cama de su hermano y lo abrazó con fuerza, sintiendo los inaudibles sollozos. Su hyung estaba llorando.


Abrazó con mayor fuerza a su hermano, dejando que lo sostuviera con fuerza mientras ahogaba su llanto contra su pecho. Le dolía verlo así, por lo que su mano acarició con dulzura el cabello del omega y daba pequeños besitos en la coronilla buscando calmarlo. Cantó contra su oído, en un suave susurro, una canción que amaban y que contenía la letra más bella que jamás habían escuchando.


Tras minutos de lágrimas y canción, HoSeok se había calmado lo suficiente como para poder hablar sin que su voz se cortara por sollozos.


-¿Quieres...que leamos algo?-preguntó el mayor.


JiMin le dio un beso en la frente mientras acariciaba con sus manitos las mejillas del contrario.


-Traje un cuento que me gustaría que me leyeras-de uno de sus bolsillos desdobló el papel y se lo extendió.


HoSeok sonrió y tomó el papel. Secó el rastro de lágrimas y llevó sus manos hacia la superficie para comenzar a leerle el cuento a su dongsaeng.


-Había una vez, en un lejano reino del cual ya nadie recuerda su nombre, un amable príncipe vivía en su enorme castillo de cristal. El príncipe no vivía solo, sus madres, las reinas, y su hermano, el heredero al trono, habitaban junto con él en tan inmenso hogar. Eran una familia amorosa, dulce, amados por todo el reino. No había nada que pudieran faltarle. Sin embargo, el príncipe sentía un extraño vacío en su pecho, como si algo le hiciera falta entre tantas riquezas y cariño fraternal. Y un día en el que acompañaba a su hermano al bosque que rodeaba el castillo de cristal, se encontró con él, el omega más hermoso que sus ojos habían visto. Era el ser más perfecto del reino y el mundo entero. Su sonrisa brillaba más que el oro y la delicadeza de su rostro ni el más dedicado escultor podría igualarlo. Era un omega único cuya piel se veía más suave que la más cara seda. Sin duda alguna era la persona que el príncipe había estado buscando hacía tiempo. Sin embargo, el bello omega no estaba solo, un caballero de tenebrosa y oscura armadura lo resguardaba siempre. Caballero que lo intimidaba y hacía que el príncipe se cohibiera  cuando pensaba en hablarle.

Siénteme [JINKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora