Nueva

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Capítulo 9: Brand new.

Hermione acariciaba lentamente con las yemas de los dedos su brazo estirado sobre la cama. Lo hacía tan suavemente que parecía que sólo rozaba superficialmente el vello rubio sobre sus tatuajes, pero ella notaba el calor que irradiaba su cuerpo en la punta de sus dedos. La noche anterior, cuando regresaron a su apartamento después de haber pasado varias horas en el estudio, ambos habían vuelto a enredarse bajo las sábanas de la cama hasta que el cansancio les hizo cerrar los ojos lentamente a pesar de que parecía que ninguno tenía prisa por dormirse.

El solo recuerdo de sus manos acariciando su cuerpo le hacía morderse el labio y sentir un deseo incontrolable de volver a sentirlo sobre ella, pero sabía que debía levantarse pronto si no quería llegar tarde a la Facultad, y definitivamente Hermione no estaba por la labor de seguir perdiendo clases. Pero la luz de la mañana que entraba por la ventana y empezaba a acariciar el rostro dormido de Draco le daba un aspecto tan bello que a duras penas podía apartar la mirada de él. En su fuero interno agradecía el hecho de que él durmiera plácidamente, sobre todo porque era consciente de que se encontraba completamente encandilada observando cada una de sus facciones, ahora suaves y relajadas. En ese instante le parecía impensable que el hombre que yacía junto a ella pudiera resultar ser una de esas personas "serpiente" de las que le habló aquella primera noche, simplemente no podía creer que él fuera la mitad de canalla de lo que se empeñaba en aparentar.

Hermione se obligó a apartar la vista de él y a levantarse de la cama de una vez. Lo hizo con mucho cuidado para evitar despertarlo, luego se dirigió al cuarto de baño y se dispuso a darse una buena ducha. Sin duda el agua templada cayendo por su cuerpo era una muy buena forma de espabilarse un martes con sabor a lunes. Cuando terminó se enrolló una toalla al cuerpo y volvió a la habitación para vestirse. Eligió algo de ropa de su mochila y echó un breve vistazo por encima de su hombro, sólo para comprobar que él todavía durmiera antes de dejar que la toalla cayera a sus pies. Hermione se puso la ropa interior nueva, un pantalón negro ajustado y una blusa blanca que le quedaba un poco grande.

—Buenos días, guapa —susurró una voz ronca a su espalda de repente.

Ella se giró rápidamente para mirarlo. Se había quitado la sábana de encima y ahora tenía el torso completamente desnudo. Unas calzonas visiblemente viejas habían hecho las veces de pantalón de pijama aquella noche.

—¿Desde cuándo llevas despierto?

—Digamos que me has deleitado con unas buenas vistas por la mañana —se rió.

Hermione se mordió un labio mientras se pasaba una mano por el pelo.

—Vaya —dijo, completamente ruborizada—. Esto... Buenos días.

Lo vio enarcar una ceja mientras se incorporaba en la cama.

—No me digas que ahora te da vergüenza que te vea desnuda —Hermione abrió la boca para contestar, pero él volvió a hablar de nuevo—. Eso está arrugado.

Ella miró un momento su vestuario, luego se encogió de hombros.

—Es lo que tengo, lleva días en la mochila.

Draco se levantó de la cama y se desperezó un poco, luego se acercó a ella arrastrando los pies y bostezando.

—Te ofrecería una plancha, pero no tengo.

—¿No planchas tu ropa? —Hermione parecía un poco perpleja. Si bien era cierto que se conocían sólo de unos cuantos días, hubiera jurado que nunca lo había visto con una camiseta arrugada.

—No —respondió él, estirando el brazo y poniéndole un mechón de pelo tras la oreja—. Otros la planchan por mí después de lavarla —esperó un momento, pero al ver el ceño fruncido de la chica decidió aclararlo—. Hay algo que se llama tintorería. Nunca he entendido cómo se usa la lavadora, y una vez que traté de plancharme una camisa casi incendio todo el bloque.

Y volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora