Diciendo adiós

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Capítulo 32: Saying goodbye.

Oscuridad. Eso era lo único que conseguía ver desde donde estaba. Un frío inusual helaba su cuerpo y un nudo en la garganta no le dejaba gritar para pedir ayuda. Se sentía atrapada, encerrada en algún lugar, y ahora que estaba empezando a tomar un poco de conciencia se preguntaba en qué momento había llegado hasta allí. El desconcierto se intensificó cuando, en un momento de lucidez, se percató de que ni siquiera sabía bien quién era. No recordaba su nombre, tampoco su aspecto. Era una sensación tan desgarradora que consumía toda su energía en su desesperado intento de encontrar respuestas a todas aquellas preguntas.
El viento gélido empezó a soplar con más fuerza en aquel lugar y, de repente, la oscuridad se volvió blanca.

Descubrió que la negrura en la que había estado sumida solo se debía a sus párpados cerrados, y aunque se encontró abriendo los ojos de par en par, no recuperó la visión hasta pasados unos segundos. Enfocarlos fue una tarea ardua ya que de alguna manera aquella borrosa habitación se movía constantemente a su alrededor. Un pequeño gemido trepó por su garganta mientras trataba de incorporarse de donde quiera que estuviera tumbada, lo que hizo que una sombra a su lado se moviera rápidamente para impedírselo. La chica tuvo que parpadear un par de veces para conseguir ver a la persona que tenía delante. Cuando por fin pudo apreciar la expresión de aquella persona decidió que debía haber algo que le preocupara enormemente, percibía un claro atisbo de dolor en el semblante de aquel hombre, pero no fue hasta que habló que lo reconoció.

—Hermie —dijo con una angustia mal contenida.

Entonces, como por arte de magia, todas las preguntas que se habían agolpado en su cabeza hasta hacía unos instantes fueron respondidas de manera automática. Parecía que había pasado una eternidad desde la última vez, pero al fin volvía a tener conciencia de sí misma.

—Draco —respondió en un susurro entrecortado—. ¿Dónde estoy?

Él alzó una mano para acariciar su mejilla, pero aquel movimiento hizo que la chica pudiera ver algo extraño que le llamó la atención. Dejó que sus dedos rozaran su rostro levemente antes de tomar su mano con cuidado. No pudo evitar contener la respiración al ver que la piel de sus nudillos estaba completamente amorotonada. En algunas partes predominaba un color rojo intenso, en otras un morado bien oscuro. Levantó la vista poco a poco para volver a mirarlo, esta vez con una evidente ansiedad reflejada en sus ojos.

—Cielo —se apresuró a decir él, sentándose en el borde de aquella camilla y rodeándola con los brazos para acunarla sobre su pecho—. No te preocupes por eso ahora.

—¿Qué ha pasado? —preguntó de todas formas.

Draco se separó un poco para verla desde arriba.

—¿No te acuerdas de nada?

Aquello le hizo cerrar los ojos de manera involuntaria. Movió un poco la cabeza mientras algunos flashes iban y venían en su mente. Recordaba que la última vez que se vistió ella misma llevaba un mono rojo con un lazo en el escote, aquella bata de hospital era algo completamente nuevo. También recordaba una especie de fiesta en... en el local de Draco. Y el agobio que empezó a sentir en un punto de la noche con tanta aglomeración de gente.

—Sí, recuerdo... —su cerebro estaba trabajando tan deprisa que no fue capaz de seguir hablando mientras recuperaba aquellos momentos perdidos en su mente. El recuerdo del rostro de Percy fuera de sí hizo que se quedara sin aliento. De repente todo recuperó una claridad asombrosa. Pudo sentir de nuevo el terror que la había inundado cuando las férreas manos del chico empezaron a sujetarla con fuerza, las ganas de gritar y la desesperación al no poder hacerlo... y luego el duro golpe en la parte posterior de su cabeza, y los gritos, y sentirse siendo elevada en el aire mientras miraba por última vez el rostro de Draco. Recordaba que, justo antes de perder la conciencia, lo había visto siendo poseído por la ira.

Y volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora