Temblando

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Capítulo 40: Shivering.

Hermione tomaba una taza de té sentada en las escaleras de un porche. El día era especialmente bueno, el sol iluminaba el cielo despejado de nubes y los pájaros cantaban alegres en los árboles cercanos. Cerró los ojos un momento mientras los rayos bronceaban su rostro y la piel de sus brazos. Cuando quiso darse cuenta, había empezado a rememorar gran parte de su vida hasta ese momento. Cuántos recuerdos, cuántas vivencias la habían hecho la persona que era ahora. Todo lo bueno, todo lo malo. Cada pelea y discusión y cada beso de disculpa. Y no era un secreto que había pasado por situaciones espantosas, traumas y ansiedad, pero tampoco era mentira que había sido lo suficientemente fuerte como para no darse por vencida. Todo lo que había vivido era parte de ella, y si alguien le preguntaba: no cambiaría ni una sola de las casualidades que la habían llevado a donde estaba ahora.

Alguien abrió la puerta tras ella y salió fuera corriendo y gritando:

—¡Mami, mami! ¡Papi quiere robar mi nariz!

Hermione dejó rápidamente la taza a un lado y abrió los brazos para que su hija se metiera en ellos.

—¡Oh no, otra vez! —exclamó, fingiendo indignación mientras le guiñaba un ojo a Draco—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes la nariz de Alicia en paz?

La pequeña niña de rizos dorados sacó la cabeza de debajo de su axila para encarar a su padre.

—¡Sí, tú ya tienes una, agoísta! —Hermione apartó un poco su cabello para susurrar algo en el oído de su hija, quien inmediatamente después corrigió—: ¡Egoísta!

Draco simuló querer robarla de los brazos de su madre, pero Hermione la apretó más fuerte mientras la niña reía.

—No es justo, tu nariz es más bonita —se quejó el hombre.

Alicia volvió a salir tan solo para sacarle la lengua de manera burlona. Ambos padres se sonrieron irradiando complicidad, amor y deseo a partes iguales.

—¡Es hoy, es hoy, es hoy!

Entonces todo empezó a evaporarse y, de repente, su preciosa hija ya no estaba en su regazo. Desesperada, Hermione trató de alcanzar a Draco, pero sus dedos solo atravesaron el humo en el que se convirtió tan pronto como lo tocó.

»¡Es hoy, levanta! ¡Es hoy! —siguió gritando la persona que saltaba con emoción al otro lado de la cama.

El brusco despertar, sumado a que su realidad era significativamente menos feliz que su sueño, hizo que Hermione se pusiera de morros al instante.

—Vas a crearme una enemistad con los vecinos —se quejó. Ginny saltó una última vez y cayó de rodillas a su lado, zarandeándola sin miramientos.

—¡Lo único que debería importarte hoy es que es tu primer día de trabajo! ¡Que le den a los vecinos!

—¡Shhh! ¡No tan fuerte! —la regañó. Luego, Ginny se tumbó a su lado y ambas amigas contemplaron el techo por un momento.

—¿Ya has pensado si quieres hacerlo? —preguntó, sacando un cajita de cartón alargada del bolsillo de su pijama.

Hermione rodó sobre sí misma para plantar la cara en la almohada. Aquella era la quinta vez que se lo preguntaba en dos días.

—Creo que todavía es pronto —murmuró contra la almohada.

—¡No, no lo es! Lo he consultado en internet y dice que puedes hacerte el test de embarazo tan pronto como tengas un retraso. Ayer debió bajarte y no lo hizo. Eso es un retraso —apuntó con energía. Hermione sacó la cabeza de la almohada y la miró con resignación. Ginny sonrió satisfecha—. Internet es sabio, Internet nunca miente.

Y volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora