Humo en el aire

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Capítulo 37: Smoke in the air.

—¿Qué te tiene tan distraída?

Hermione se encontró encorvada sobre sí misma, con la vista fija en las losas de mármol bajo sus pies y enrollando un rizo de su cabello en el dedo índice de manera inconsciente. La voz de Ginny la trajo de nuevo a la realidad, haciendo que volviera a ponerse derecha en la silla de aquella sala de espera. Echó un rápido vistazo a su reloj. Una hora de retraso.

—¿Me has hablado? —dijo entonces, sorbiendo inmediatamente por la nariz. Su voz había vuelto a verse afectada por la alergia en incontables ocasiones desde la primera vez.

—Que qué te pasa.

—¿A mí? Nada —respondió con falsa inocencia.

—Venga, sabes que no vas a engañarme así de fácil.

—¿Por qué lo dices?

—Llevas callada desde que te he recogido.

—Siempre he sido más de escuchar —dijo con una sonrisa. Si había intentado sonar medianamente jocosa, claramente no lo había conseguido.

—No, no es eso. Hoy estás como absorta. Es por Julie, ¿verdad?

Hermione torció el gesto. Sorprendentemente su psicóloga también había llegado a esa conclusión unos días atrás. Y es que hacía aproximadamente un mes desde que su abuelo se había ido de la ciudad, y la mudanza de su amiga estaba a punto de cumplir las tres semanas. Y los extrañaba, los extrañaba a ambos, pero... ellos no eran la razón de su abstracción. No esa vez.

—No es nada —le aseguró, intentando sonar lo suficientemente convencida como para que su amiga lo dejara estar. A juzgar por su expresión, ese no iba a ser el caso, pero afortunadamente la persona que iba delante de ella salió de la consulta en ese momento y Hermione aprovechó para ponerse en pie de un salto y dirigirse hacia allí con paso ligero. Tal era su prisa que estuvo a punto de cerrarle la puerta en las narices a su amiga.

Cuando ambas hubieron tomado asiento frente al médico de cabecera de Hermione, este las miró por encima de las gafas que reposaban bajo el puente de su nariz.

—¿Quién es la enferma? —preguntó con un tono de voz algo aburrido.

—Yo —respondió Hermione—. Vengo a ver si podía recetarme algo para la alergia.

—Ya —dijo el hombre, presionando algunas letras del teclado con suma lentitud—. ¿Traes el informe del alergólogo?

La chica pareció sorprenderse con su pregunta.

—No... No sabía que tenía que traer algo.

—¿Cómo podría saber qué tipo de alergia tienes entonces?

Hermione frunció un poco los labios debido a su falta de previsión.

—Lo siento. Creí que era normal tener alergia en esta época del año. Ya sabe, la alergia que afecta a todo el mundo.

—Y lo es. Seguramente tengas el tipo de alergia más común en este tiempo, pero lo ideal sería que fueras a un especialista que te hiciera las pruebas correspondientes, así podría recetarte algo que se ajustara más a las necesidades de tu cuerpo.

El hombre hablaba con tal parsimonia que a Hermione no le extrañó en absoluto que hubiera tanto retraso para su consulta.

—De acuerdo, pediré cita, pero podrá recetarme algo ahora, ¿verdad? Tengo... —Miró a su amiga por el rabillo del ojo—. Tengo un evento importante muy pronto.

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