Rose Valencia es una chica de diecisiete años que, visita a su madre durante las vacaciones de verano para poder restaurar su relación madre e hija. Lo que no sé esperaba era conocer a un chico llamado Nathan, que sería el amor de su vida aunque ell...
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Pensé que vendría a las 2:00 pm.
—¿Nathan? ¡Hola!
Jake se acerca detrás de mi y se apoya en el marco de la puerta, recibiendo a los recién llegados con una gran sonrisa.
Aquella chica nos miraba tan intenso a los dos que, me sentí vulnerable por unos segundos.
—¿Qué haces aquí?—añadió Jake, una vez que vio a la chica.
Antes que la chica pudiese responder, Nathan la interrumpe con un gesto de la mano y habla por ella—Le conté a Zara que continuaría con el recorrido por la ciudad con Rose. Y ella también quería venir y conocerla.
Aquella chica que imponía superioridad, me miraba con detenimiento, como si quieres saber que pensaba o que clase de chica era. Yo siempre he creído que las mujeres tenemos ese sexto sentido, que nos hace percibir que tipo de chicas son al verlas. Bueno, este pensamiento, es sin duda, una locura mía.
Si hay algo que me moleste mucho es que me miren demasiado, y más aun cuando no tienen el descaro de apenas disimularlo.
—¿Tienes algún problema conmigo?—enarque una ceja.
Sabia que mi pregunta le había incomodado por su reacción que advertí.
Nathan y Jake me miraron desorientados por mi forma directa de hablar, mire de reojo hacia Nathan unos segundos, que tenia una sonrisa de diversión en sus labios.
—Oh, nada—contestó mientras se jugueteaba con un mechón de su cabello castaño oscuro.
Desvíe mi mirada de la chica y me di vuelta, para luego ir a vestirme.
—Linda ropa, por cierto—añadió. Logre advertir una pizca de ironía.
Ignore su comentario y entre a mi habitación. No estaba para comentarios irónicos.
¿Cuál era su problema? Apenas me ha visto.
—Que molesta eres, Zara—escuche refunfuñar a Jake.
Era sorprendente en como se escuchaba todo en esta casa, las paredes no lograban reprimir al sonido del todo.
—Ella me ha provocado—dice a la defensiva.
Pongo los ojos en blanco al escuchar sus palabras y me visto lo más rápido posible para poder recorrer la ciudad otra vez.
No me desagradaba la idea de que más personas nos acompañaran en el recorrido, pero pudo haberme avisado que llegaría más temprano.
Salgo de mi habitación cerrando la puerta y levanto la mirada al pasillo, Nathan y Jake no se encontraban ahí, ni muchos menos la castaña. Hubo un gran silencio dentro de la casa, que, llegue sospechar que mi madre y aquellos hombres que había visto, no estaban. Pero mis sospechas se desvanecieron al ver mi madre salir de su habitación. Se froto los ojos mientras bostezaba y al cruzar miradas, arrugo el entrecejo.
