Rose Valencia es una chica de diecisiete años que, visita a su madre durante las vacaciones de verano para poder restaurar su relación madre e hija. Lo que no sé esperaba era conocer a un chico llamado Nathan, que sería el amor de su vida aunque ell...
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No hay vuelta atrás. Aquí estoy, en el escenario con las luces y miradas puestas en mi.
—Pero qué sorpresa—me murmura Zara, esperando que nadie la oiga—¿Vienes a rebatirme el primer lugar? ¿Así como lo hiciste con mi novio?
¿Su novio? ¡Dios, como miente aún!
Si no fueran por todas las personas que nos miraban, le quitaría la sonrisa falsa de su cara.
Me limite a escuchar al animador que nos informaba que cada una tendrá su tiempo en la pista de baile hasta que la música, controlada por el DJ, terminara. La competidora, con más aplausos, era la vencedora.
Como era de esperarse, Zara se ofreció primero para empezar y demostrar sus encantos femeninos. La música comenzó, pero sus pasos no eran buenos, no tenían delicadeza ni la emoción en ellos.
Observaba como el publico actuaba ante sus movimientos, algunos por no decir todos, podría decir que se la comían con la mirada.
Ay, que horror.
Por fortuna, otros aplaudían.
Advertí que ella me lanzaba miradas furtivas cuando nadie se percataba. Su pasos de bailes se intensificaban al no ver que cierta persona la mirase con el mismo interés como los demás.
Nathan, en vez de estar mirando su espectáculo, me observaba a mi con una sonrisa de oreja a oreja. De todas las personas que hay aquí, él solo tiene los ojos puesto en mi.
Le devuelvo la sonrisa y le articulo un: "Deséame suerte".
Como resultado, me guiña el ojo y asiente.
Solo eso me bastaba para ganar, y era su apoyo.
—Suerte, querida—dice Zara una vez que se coloca a mi lado. Su turno había terminado y era el mío ahora.
El animador anuncia mi nombre fuertemente y me encamino al centro de la pista. Respiro hondo, cerrando los ojos para concentrarme en la música.
No lo pienso, esa es mi clave. Me dejo llevar apenas comienza la música, despego mis pies del suelo y muevo mi cuerpo al ritmo del compás. Mis pasos son lentos y delicados cuando se presentan partes lentas de la canción.
Pero no por mucho, una adrenalina me consume cuando la melodía llega a su climax. En mis movimientos transmita mi angustia, tristeza y rabia, causada por mi madre. Si, me estaba desahogando de alguna manera, y que mejor que a travez de la danza.
—¡Lo haces genial, Rose!
Sonrio al escuchas sus palabras y ver su expresión de emocionado.
La melodía iba disipándose lentamente al igual que mis movimientos.
Había concluido, levante mi mirada al escenario agotada por todo mi esfuerzo y me encuentro con rostros atónitos.
