Viernes.
—¿Así que te invito a salir hoy a las seis?
Mis dedos jugueteaban con la cuchara de un lado al otro del tazón de cereal con leche. Mi mente repetía una y otra vez la imagen de Nathan sonriéndome y murmurando mi nombre.
—Oye, chica enamorada. Despierta...
Las manos de Jake se hacen presentes en mis ojos y hacen que regrese a la realidad.
—Lo siento, estaba pensando en algo.—finjo bostezar y le doy otro bocado a mi desayuno.
Me percato como Jake apoya su mano en su mejilla y me observa de una manera tan traviesa que me vuelve incomoda.
—¿Qué pasa?—enarco una ceja.
—Has tenido esa mirada boba desde que viste a Nathan. Siempre supuse que te enamorarías de él.—asiente tras sus palabras bien orgulloso.
No sé si enojarme un poco por esto, pero Jake tenia razón, aunque evitara esto desde el principio, sabía que muy profundo de mi, debía admitirlo. La terquedad es una de las características mías.
Desde la primera vez que vi Nathan algo en mí despertó, si, así de mágico y cursi. Este chico de hermosos ojos marrones me atrajo.
Así que, si. Damas y caballeros, me gusta Nathan.
—¿Crees que soy muy predecible?—le pregunto. La idea de pensar que Nathan ya sabe que me gusta me pone de los nervios.
Se apoya hacia atrás con la silla, enfoca su mirada al techo pensativo.
—Mmm...—hace una pausa dramática—No lo creo, Nathan es igual de bobo que tú.
—¿Debería tomarlo como un cumplido?—dejo escapar una carcajada pequeña mientras dejo el tazón en el lavaplatos. Me siento más aliviada al escuchar la respuesta de Jake. Supongo que Nathan no debe tener idea.
Nuestra atención es llamada por el ruido que hace mi madre.
—¡Rose! ¿Me echas una mano?—me grita desde su habitación. Su voz me irritaba, me habla como si las cosas entre las dos estuviera todo bien.
''¿Mi madre es una prostituta?'' esa pregunta no ha desaparecido completamente de mi mente aún, sigue ahí viva para ser respondida algún día.
—Hola, madre—me apoyo contra la puerta de su habitación con los brazos bien cruzados, enfatizando mi enfado con el sólo hecho de verla.
—Necesito que busques mis aretes de perla, no los encuentro.
Registra cada cajón del armario sin parar y en ningún momento se detiene para poder levantar su mirada y mirarme. Esta tan concentrada en lo suyo que parezco otro mueble más aquí.
Mi mirada recorre cada parte de su cuerpo, observando cada prenda que llevaba puesto: una camisa blanca; desabrochada a la mitad y así, resaltando sus pechos, una falda; de tono negro y bastante pequeña a mi parecer y por ultimo... unos tacones de charol negro.
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Es un gusto conocerte Ⓒ (PAUSADA TEMPORALMENTE)
Teen FictionRose Valencia es una chica de diecisiete años que, visita a su madre durante las vacaciones de verano para poder restaurar su relación madre e hija. Lo que no sé esperaba era conocer a un chico llamado Nathan, que sería el amor de su vida aunque ell...