12

7.9K 393 33
                                    

Había pasado unas semanas y todo estaba marchando mejor. Evitaba a toda costa hablar con Yessica algo más que no fuera trabajo. Trataba que nuestras conversaciones fueran solo del ámbito laboral.

Por otro lado estaba Jazmín. Mi relación con ella estaba yendo de maravilla, me gustaba mucho por eso era mejor mantener la distancia con Yessica. Era lo mejor para todos.

Me encontraba en el Café que estaba cerca de la oficina ese que tanto nos gustaba a Freddy y a mi. Estaba un poco agobiada. El caso nuevo, las cosas que últimamente me han pasado, no sé cómo no había quedado loca. Me acomode mejor en mi asiento, y tomé de la taza de café.

Estuve perdida en mis pensamientos  por un gran rato. Últimamente me habían  encontrado a mí misma muy distraída los últimos día. Perdía la noción del tiempo por completo. El ruido que hace la puerta del local al abrirse, me hizo reaccionar.

—Sabía que te encontraría aquí.

El moreno de ojos verdes había entrado al lugar: Freddy.

—¿A qué te refieres?—pregunté confundida.

—Te estuve buscando—dijo. Se  acomodó en la silla más cercana a mi— ¿Qué? ¿Por qué me miras así?

Será porque habíamos llegado hace casi un mes, y en todo ese tiempo no me habías hablado. No dije nada, no estoy de ánimos para eso.

—Nada. Ahora dime ¿Para qué soy buena?

—Eres mi mejor amigo—comenzó—. No tengo amigos hombres tú eres el único.

Lo miré incrédula.

—Pero qué te pasa idiota. No soy hombre, que soy una mujer o ¿es que no me ves?—hablé.

Tomé mis pechos en las manos para que lo pudiera ver.

Se echó a reír. Parecía un mongolico.

—Lo siento, a veces lo olvido.

—Eres un idiota.

Seguía riendo, parecía un retardado. Cuando se casó de hacerse el payaso me miró. Me miró, su rostro había cambiado drásticamente.

—Lo que haces o hiciste con ella, no me incumbe. Ya no te molestaré más, eres mi mejor amiga. Además eres adulta sabes lo que haces.

—Entiendo—respondí sorprendida por lo que acababa de decir.

—Hablando en serio, quiero que me ayudes con algo—pidió.

Estiró un poco su pie derecho, y sacó algo de su bolsillo.

—¿Qué haces?

Saco de su bolsillo una cajita color azul marino. Cuando la abrió me sorprendí.

—¿Esto es lo que creo que es?

—Si. Le voy a pedir a Luciana que sea mi esposa.

Este día mi amigo estaba radiante, creo que el causante era el amor.

—¡Oh por Dios! —exclamé.

Lo miraba sin poder creerlo.

—¡Oh por Dios!—volví a decir— Estoy muy feliz por ti. Creo que lloraré.

Me le eché encima.

—Creo que me dejaste sordo, dos veces.

Fingió que sus oídos se encontraban en verdad tapados. Correspondió el abrazo.

Amigas Con Derechos (Lésbico)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora