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Yuuri no podía evitar sentirse extraño

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Yuuri no podía evitar sentirse extraño. Una parte de su ser estaba tranquilo por arreglar su situación con Viktor y Otabek, otra estaba nerviosa porque alguien se enterara y la última parte de si se sentía... rara.

Una vez que aceptó la situación su cuerpo reaccionaba raro ante los toques y encuentros secretos que se daban. Solo esperaba disimularlo bien, aunque las miradas ocasionales que le daba Mari cuando les veía juntos... por suerte no pasaron a más.

Sus vacaciones de dieciséis días en casa estaban acabando y la promesa de sus dos pretendientes de no ser tan obvios mientras estuvieran allí también, por lo que no dudaron en proponer llevarle de vuelta a casa un día antes de partir.

-No lo sé, es algo lejos -murmuró Yuuri no convencido de querer estar con los dos en un lugar tan cerrado.

-Vamos, será llevadero el camino -aseguró Viktor con un puchero.

-Ven con nosotros -sonrió ligeramente Otabek, dejando una caricia en la mejilla de Yuuri, cosa que le hizo sonrojar y bufar al ruso.

Había un no sé qué en el ambiente que le instaba a aceptar. Suspiró.

-Bueno, está bien -terminó por aceptar.

-¡Bien! -asintió Viktor abrazándose a Yuuri por impulso.

-Oh, no es para tanto... -murmuró rojo.

-Lo es -asintió de nuevo el Omega- ¡Será nuestra primera Navidad como pareja!... Ah y Otabek, claro -murmuró moviendo ligeramente la mano para restarle importancia.

Rió negando levemente.

-Aun pienso que deberían ir con sus familiares... Yo debo regresar por Vicchan y porque ya tomé suficientes vacaciones -negó tranquilamente, mirando el jardín lleno de nieve.

-No te dejaríamos por nada, así que deja de tratar -negó Otabek pegándose a él.

Yuuri suspiró.

-Bueno, bueno -asintió dando una miradita a la puerta y arriba a las ventanas, asegurándose de que nadie les viera, aunque ya era de noche y estaba oscuro.

Relajándose un poco, pasó algo más de tiempo con ellos hasta que fue hora de regresar para dormir. Los tres se despidieron en la puerta de sus habitaciones y se fueron a la cama.

A la mañana siguiente luego de tener todo arreglado, Yuuri abrazaba a su madre al momento de despedirse.

-Llamaré al llegar -prometió.

-Si... -asintió la mujer separándose del chico- Esos amigos tuyos son muy amables... Asegúrate de agradecerles bien, ¿sí? -sonrió mirando cálidamente a los extranjeros.

-Tu mamá es adorable... Y hace un katsudon excelente -asintió Viktor en inglés- Es buena cocinera, también hizo un hijo excelente -tarareó.

Y Yuuri se sonrojó.

Rompiendo el InstintoWhere stories live. Discover now